El insulto es una expresión fundamental de la lengua. Por eso es absolutamente necesario sumergirse en esa cloaca si se quiere comprender, en principio, el idioma, y, en general, la naturaleza del alma humana.
Insultar es mostrar el empeño que ponemos en diferenciarnos de alguien o de algo. Cuanto mayor es la diferencia que queremos exponer, más creativo debe ser el insulto. Y esa creatividad requiere una dedicación que muchas veces puede parecerse a la creatividad y a la dedicación que muchas veces puede parecerse a la que le dedicamos a las expresiones y a las palabras de amor.
Ese punto donde el odio se presenta mucho más cercano al amor que a la indiferencia también vale para el insulto. No hay nada más alejado del insulto que la indiferencia. Frente a lo que nos provoca indiferencia no insultamos: ignoramos y ya.
Por estas y otras razones es que escribí un libro sobre ellos, y si no les gusta, se pueden ir todos y todas a la recalcada concha de su madre.
*Escritor, periodista y músico. Autor de Puto el que lee. Diccionario argentino de insultos, injurias e improperios (Planeta).