El barrio de Flores, donde nació y se crió el papa Francisco, no tiene la misma paz del Vaticano. Pese a ser parte del tour papal que atrae turistas de todo el mundo, la calle Membrillar es considerada por los vecinos una “zona peligrosa” a causa de los “reiterados robos y hurtos” que padecen.
Así lo advierten algunos carteles pegados en postes de luz y árboles a lo largo de la vía que pasó a la historia en el mismo momento en que el ex cardenal fue elegido por el cónclave como la mayor autoridad de la Iglesia Católica, el 13 de marzo pasado.
Desde entonces, se presentaron cinco proyectos de ley para homenajear al Papa en el barrio de Flores. Uno de ellos, del legislador Cristian Ritondo, propone cambiar el nombre de la calle Membrillar por “Papa Francisco”.
Pero la mayoría de las casas que rodean a la que fue de Jorge Bergoglio tiene sistema de alarma privado. “Area protegida”, anuncia un letrero ubicado justo por encima de la placa conmemoratoria del lugar. Un elemento que acompaña la típica postal turística frente a la casa del Sumo Pontífice, en Membrillar al 500.
Y días atrás, sobre el asfalto que transitó durante varios años el ex cardenal, un pasacalle escrito a mano anunciaba: “Atención, zona peligrosa, robos y hurtos”.
Sandra fue una de las encargadas de colgarlo, después de que a su hijo lo asaltaran justo enfrente de la casa donde vivía Francisco. “Venía a comer con tres amigos del colegio y les sacaron los celulares y la mochila. Ahí decidimos hacer algo para prevenir a las personas que pasan por acá y principalmente a los turistas que visitan la casa del Papa”, señala a PERFIL.
Los vecinos decidieron bajar el pasacalles, ante la promesa policial de mayor patrullaje por parte de la comisaría 38. “Cumplieron y ahora estamos un poco más tranquilos”, dice la mujer.
Aunque la preocupación continúa. Por esa razón, decidieron instalar un novedoso sistema de alarma compuesto por reflectores y sirenas en todas las cuadras. Para accionarlo, cuentan con un “llavero personal con interruptores”. “Cuando vemos algo raro lo apretamos y los reflectores se prenden y se emite una bocina. Es una forma de cuidarnos entre todos y mantenernos atentos”, comenta Mauricio, un vecino de la zona, a PERFIL.
“A la mujer de enfrente la agarraron cuando bajaba del auto con su bebé. Por suerte se puso a gritar, y los delincuentes se fueron”, dice Marisa, una señora que vive en el barrio donde Francisco fue a la escuela y jugó con sus amigos de la cuadra a la pelota.
Víctima. Samanta camina atenta a todo lo que ocurre a su alrededor mientras sostiene con fuerza su cartera. Su extraño comportamiento tiene una explicación: hace pocos días fue víctima de un robo a unas cuadras del lugar. “Iba hablando por el celular y me lo arrebataron de la nada. Ese día caminé dos cuadras para un lado y después para el otro. No encontré ni un solo policía, es más, fijate bien y decime si vez alguno por acá, no hay nadie”, cuenta. “Acá desvalijan casas enteras y ni siquiera les importa si estás adentro, se meten igual y hacen destrozos. Antes esto no pasaba, está cada vez peor”, se queja la joven aún shockeada por el asalto.
