El 20 de mayo estará cumpliendo 78 años. “Voy a festejar con mis hermanos, riéndome”, dice. Se trata de Yiya Murano o María de las Mercedes Bernardina Bella Aponte, conocida como “la envenenadora de Montserrat”, quien estuvo presa durante 13 años, acusada de envenenar a tres mujeres.
El año pasado Yiya estuvo internada siete meses, tras sufrir una fuerte caída que la llevó a estar en coma 4 y a una operación cerebral. Hace poco le dieron el alta, y esta entrevista con Diario Perfil es la primera que concede. “Yo tendría que haber muerto. Estaba en coma 4, el más profundo, que es en el que ya te vas. Pero ¡sobreviví! y ha sido más que un milagro. Estoy agradecida de la vida, sobre todo por poder caminar”, explica.
—¿Cuál es su verdad acerca de la muerte de sus amigas?
—Yo no maté. Lo juro por mi único hijo. Mi familia siempre estuvo a mi lado; si ellos hubiesen creído todo lo que se dijo, me habrían abandonado. ¿Si tengo muertes en mi haber? Sí, dos. Ellos no aguantaron mi detención y murieron cuando estaba presa: son mi madre y mi primer marido.
—¿Por qué se dice entonces que usted puso cianuro en las masas y en el té?
—¡Las masas nunca existieron! Cuando yo llegué a la casa de mi prima Mema (Zulema del Giorgio Venturini) llevé masas, porque yo cada vez que voy a casa de una amiga llevo un paquete. Por eso, aquella vez que llegué, salió el portero agarrándose la cabeza y me dijo que Mema se había caído de la escalera. Por eso, la llevamos rápido al hospital donde murió.
—¿Y qué pasó con las masas?
—Mientras la acompañaba, olvidé el paquete en la ambulancia. Por eso, ¿cómo pude habérselas dado si todo el tiempo las tuve encima? Además, los médicos de la guardia las comieron y después explicaron que ni siquiera se descompusieron. Siempre hablaron de más... Cómo le voy a dar masas, si a ella la vi en la escalera.
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