Que la tecnología nos ahorre tareas cotidianas, tediosas y repetitivas es algo que agradecemos todos. Y ponemos tanto la atención en esas bondades que descuidamos lo que cedemos en el proceso. ¿Qué hacen las empresas los datos que brindamos? ¿Qué firmamos cuando aceptamos los términos y condiciones? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a “pagar” por utilizar apps y dispositivos electrónicos?
La empresa iRobot tuvo una idea brillante: crear la aspiradora robótica Roomba. Desde 2002 limpia hogares, y en 2015 tuvo una mejora sustancial: incorporó una cámara, sensores nuevos y un software para detectar, evitar obstáculos y recibir indicaciones desde una aplicación. El detalle: adquirió la habilidad de crear mapas de los lugares que aspiraba. Hoy, sus creadores consideran vender esta información al mejor postor.
Según informa Reuters, los datos recolectados por la aspiradora van desde las dimensiones de una habitación hasta las distancias entre sillones, mesas, lámparas y demás muebles. De acuerdo al CEO de iRobot, Colin Angle, “la tecnología de mapeo que guía a Roomba puede cambiar el entendimiento del ambiente físico que tienen otros dispositivos” que hacen a las casas inteligentes, como la iluminación, los termostatos y las cámaras de seguridad. “Hay todo un ecosistema de cosas y servicios que una casa conectada puede proporcionar si tiene un mapa completo del hogar que el usuario ya ha autorizado a compartir”, declaró Angle.
De acuerdo a un informe de IHS Markit, una consultora financiera, el mercado de los aparatos para casas inteligentes valía 9.8 mil millones de dólares y se espera que crezca un 60% durante 2017. La perspectiva de venta de esta información apunta a los desarrolladores de asistentes de voz artificales como Amazon.com, Apple Inc y Alphabet.
En la actualidad, Roomba es capaz de interrumpir su actividad, volver a su punto de partida, recargarse y regresar al mismo lugar donde estaba para continuar su trabajo. Al aceptar las condiciones de uso, permitimos que el dispositivo recolecte y comparta información. En favor de la comodidad, Internet de las cosas recaba cada vez más información privada. Será cuestión de evaluar qué priorizar al momento de comprar o instalar algo.