La educación superior está constantemente planteándose cuál es el vínculo que mantiene con la mediación tecnológica. Históricamente, la aparición de nuevas interfaces o dispositivos dentro del aula fue resistida por las instituciones escolares, tal como lo subraya la pedagoga argentina Emilia Ferreiro, quien recuerda que la educación formal se resistió al uso de lapiceras, calculadoras y máquinas de escribir.
Muchas veces, escuelas y educadores que “resistieron” la digitalización olvidaron que el aula está repleta de tecnologías: desde un cuaderno, un banco o una pizarra hasta la más compleja y la más radical: la escritura.
Superada, en parte, ya esta fase de disputa entre la conveniencia de su uso y las posiciones más críticas al respecto, la mirada desde la universidad agrega al debate sobre lo digital la igualdad de oportunidades para el estudiante, la preparación para las herramientas que requiere el mercado laboral y la discusión respecto de los oficios de ser docente y de ser alumno en el nuevo contexto.
La tecnología, el aula y el trabajo. “Un aula con alta disposición tecnológica genera inclusión. Los trabajos demandan cada vez más el manejo de tecnología en sus diferentes versiones. Por este motivo es que un aula sin tecnología está segregando y excluyendo”, asegura la especialista en educación Alejandra Scialabba.
Es que, cada vez más, el escenario laboral demanda competencias específicas vinculadas no sólo al dominio de ciertas plataformas, sino a la comprensión de fenómenos relacionados al manejo de datos, el chequeo de la información y la búsqueda.
Eso es lo que destaca desde el periodismo Germán Angeli, quien como editor general del sitio web del canal noticias TN asegura que, en la universidad, los alumnos deberían tener como diferencial la posibilidad de tener contacto con la tecnología que luego utilizarán fuera de las aulas.
Sin embargo, está claro que la tecnología digital per se no garantiza absolutamente nada y que una alta disponibilidad no siempre va de la mano de que la finalidad del acto educativo se cumpla.
Fernando Avendaño (docente, investigador y director de la Maestría en Educación Universitaria de la Universidad Nacional de Rosario) sostiene al respecto que “las TIC por sí mismas no resuelven mágicamente el problema de la enseñanza y del aprendizaje. Es necesario, para garantizar esos procesos, no descuidar la imbricación entre las tecnologías, los procesos pedagógicos y el campo disciplinar. Cuando no se ejerce vigilancia epistemológica al respecto, se puede caer en usos de tecnología forzados o sin sentido, en el descuido de los contenidos producto de la tecnofilia”.
Los docentes y sus desafíos. Estas miradas dejan traslucir claramente que quienes le abren la puerta del aula a la tecnología son los propios profesores, que de a poco van transformándose en facilitadores y en donde los modelos pedagógicos unidireccionales, que tradicionalmente caracterizaron la enseñanza universitaria, vayan dejando lugar a modos interactivos, dialógicos y colaborativos.
A través de buscadores académicos, repositorio de revistas y tesis, gestores de citas y redes sociales exclusivas para la difusión de papers y textos científicos (indispensables para el desarrollo de la educación universitaria), la tecnología digital ha logrado superpoblar de información y datos los procesos de enseñanza y los de aprendizaje, y ello puede ser un problema o una gran oportunidad.
En ese sentido, es clave el rol del docente, asegura Francisco Albarello, profesor e investigador en tecnologías digitales de las universidades Austral, Del Salvador y Nacional de San Martín.
Para Albarello, el profesor puede “identificar, validar, clasificar y comparar la información disponible para transformarla en conocimiento, aunque esto requiere del docente la necesidad de ser experto en su tema y de desarrollar competencias de investigación para poder acompañar a sus alumnos en ese camino”.
El uso de las TIC en el aula también pone en debate la formación docente: Fernando Avendaño (autor del libro La cultura escrita ya no es lo que era. Lecturas, escrituras, tecnologías y escuela, editado por Homo Sapiens) asegura que es importante que los futuros profesores “se preparen para enseñar con tecnologías haciendo tecnología” y que, en su formación, “puedan proponer aplicaciones adecuadas que den respuesta a las necesidades de contextos específicos”.
El oficio de ser alumno. Así se refiere el investigador Philippe Perrenoud a las tareas y habilidades que adquiere (y que tiene que aprender) un estudiante en el transcurso de su escolarización.
Las nuevas formas de mediatización inciden de manera decisiva en este nuevo escenario que se complejiza, dado que crean un cierto espejismo: para Francisco Albarello, “a partir de la disponibilidad y el acceso ubicuo, las tecnologías crean la idea de que aprender no requiere esfuerzo”. Sin embargo, parece ser al revés: debe buscarse un esfuerzo adicional por salir de esa comodidad, asegura el investigador y docente, “para desarrollar competencias de lectura, validación, búsqueda y chequeo de información”.
Este contexto hace que el estudiante también tome por sí mismo la responsabilidad de ser el centro y por eso “debe ser capaz de mantener una alta motivación y tener un alto sentido de autoevaluación crítica, que le permita identificar por sí mismo inconvenientes o errores en su proceso formativo”, tal como sostiene Fernando Avendaño.
En este sentido, es importante valorar la trascendencia que las instituciones de educación superior le otorguen a los procesos de enseñanza y aprendizaje mediados por tecnologías digitales aunque sin olvidar que docente y alumno siguen siendo los protagonistas de esos procesos.
De última generación en USAL
En este entramado, en donde se conjugan las expectativas de los estudiantes, los requerimientos laborales, el fomento de la autonomía y el pensamiento crítico y la labor docente, la Fundación Nínawa Daher (que recuerda la memoria de la abogada y periodista) ha creado en la Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social de la Universidad del Salvador un aula de alta tecnología, a través de una propuesta al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
La idea es que esta sala sea “un centro de formación continua al alcance de todos, donde los recursos económicos no sean una variante de decisión en el deseo de estudiar”, asegura Alicia Daher, presidenta de la Fundación.
El laboratorio de Tecnología y Medios, que será inaugurado el próximo martes 13 de junio, cuenta con recursos tecnológicos de última generación: entre ellos computadoras Mac, pizarras digitales de 65 pulgadas y sistema Polycom para videoconferencias.
*Director del Area de Educación Universidad del Salvador.