El pasado martes 20 de junio volvió a la cartelera Tarascones, uno de los grandes éxitos de la temporada anterior. Y no hay dudas de que este regreso es a pedido del público (y por solo ocho semanas!) oirque el texto de Gonzalo Demaría no tiene desperdicio en la piel de estas cuatro grandes actrices: Alejandra Flechner, Paola Barrientos, Eugenia Guerty y Susana Pampín se sacan chispas con la dirección de Ciro Zorzoli.
Ya desde los primeros momentos todo es risa en la platea, mientras el espectador despistado va atando cabos de lo que ocurrió en esa casa que chusmea, antes de que empezara la obra: ¡un asesinato! A puro gestos y con una visible acción corporal las amigas Zulma, Martita y Estela apenas intercambian palabras pero sus miradas, sus posturas y sus manos son más que elocuentes para expresar que algo pasó en la casa de su amiga Raquel, que tarda en aparecer y termina brindando la gran revelación al final de la obra.
En el medio asistimos a sus charlas, escuchamos sus prejuicios y vemos sus debilidades mientras toman el té. Son cuatro señoras paquetas cuyas vidas, la de cada una, ofrece mucha tela para cortar... y volverla jirones. Pero todo desde el humor, la picardía y hasta un poco de negritud, algo que le encanta a la platea joven que las va a ver y que explota en carcajadas.
Volviendo al desempeño de estas maravillosas actrices, van aportando datos y vertiginosidad a la trama, a medida que se van develando sus personalidades. La gran Alejandra Fletchner está maravillosa como Martita y asombra (aunque no debería porque siempre da cátedra de actuación) cuando tiene una especie de monólogo calificando a la servidumbre con los epítetos más comunes e imaginativos. El espectador aguanta la risa para seguir escuchándola (porque por supuesto hacen teatro de verdad, sin micrófonos). Eugenia Gerty es la que más física hace su actuación, quebrando el cuerpo y yendo de un lugar a otro mientras su Estela sorprende una y otra vez. Paola Barrientos hace gala de sus dotes para la comicidad mostrando a la que quizás sea la más auténtica de las cuatro en pequeños gestos y actitudes que son muchas veces las que desencadenan la tragicomedia. Y la gran sorpresa es Susana Pampín, irreconocible en su Raquel, alterada al comienzo y que luego va encontrando su centro hasta que llegue la confesión final.
Sin dudas el director les exigió a fondo (porque sabe que pueden dar eso y más) logrando un trabajo impecable, divertido y que deja pensando, mientras todo el tiempo se habla de dos personajes más, uno omnipresente y el otro que es casi parte del decorado. Una preciosa puesta en escena de Cecilia Zuvialde, apoyada por la iluminación de Eli Sirlin y un vestuario de Magda Banach que sirve para subrayar la idiosicracia de estos cuatro personajes, armando un combo completo de disfrute.
Si no la viste, aprovechá estás funciones en el Teatro Metropolitan (Av. Corrientes 1343, CABA), los martes a las 20. No te vas a arrepentir. Encontrá acá más info sobre las entradas.