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CRITICA

El cuarto de Verónica: inquietante y exitosa propuesta

Con los protagónicos de Silvia Kutika y Fabio Aste, la obra que Ira Levin estrenó en Broadway en los '70 mantiene a los espectadores atentos y expectantes durante toda la función. Una oportunidad de disfrutar de una propuesta diferente.

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El cuarto de Verónica, una singular propuesta teatral ahora en el Metropólitan Sura. | Vivo.

¿Cómo hacer que una obra que fue éxito en Broadway en los años '70 se haya convertido en un suceso a sala llena en la cartelera porteña por segundo año consecutivo? Quizás el atractivo de El cuarto de Verónica radique en la temática, un thriller, muy bien aprovechada por el cuarteto protagónico. La pieza de Ira Levin, el mismo de El bebé de Rosemary mantiene el suspenso durante toda la función (solo los miércoles en el Metrolpolitan Sura, Av. Corrientes 1343, CABA).  

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Todo comienza con dos viejitos adorables que llevan a una chica y un joven a su casa para mostrarles el parecido que ella tiene con una difunta Verónica. Pero pronto para la joven la situación se vuelve inmanejable y de la peor manera. Hasta aquí voy a contar para mantener la sorpresa del espectador. 
Pero si voy a decir que la situación va escalando a medida que los intérpretes les van aportando matices y versiones a sus personajes, apoyados en una puesta acertada y en la dirección de Virgnia Magnago. Esos intérpretes son Fernanda Provenzano, Adrián Lázare, Fabio Aste y una excepcional Silvia Kutika (realmente magisral). Ellos se permiten jugar en un ida y vuelta muy dinámico en el que suben y bajan la intensidad del tono, no así de las actuaciones, que permanentemente están a flor de piel.   

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Ante todo esto, el espectador no tiene más opción que dejarse llevar por lo que ve sobre el escenario, lo que percibe, lo que imagina. Y se somete a la inevitable necesidad de seguir escuchando y viendo lo que allí ocurre, atento, para no perder detalle. Porque, a medida que pasa el tiempo, se va profundizando el drama de esta historia hasta que arremeten las sorpresas, una detrás de otra, aportando certezas y confirmaciones hasta llegar a un final explosivo.
En el transcurso de la puesta, dos experimentadores actores como Aste y Kutica hacen las delicias del espectador componiendo sus roles en un desdoblamiento de personalidades grandioso, con una entrega que la platea aplaude agradecida, la mejor manera de todo lo que se ha recibido, sustos incluidos. Y es inevitable que salgan comentando lo que acabaron de ver, el complemento ideal a una buena propuesta: compartir las impresiones de lo vivido y recomendarlo, como vienen haciendo en más de 100 funciones de esta puesta. 

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