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CRITICA

En Tijeras Salvajes la conclusión queda en manos del público

La obra de Paul Portner, dirigida por Manuel González Gil, plantea entre risas un hecho policial. Luego los actores invitan al público a dilucidar quién es el culpable.

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Tijeras Salvajes, una divertida comedia policial en la que el público elige al asesino. | Vivo.

Estamos en un momento en el que queremos reírnos, descontracturar un poco el cuerpo y pasarla bien. Lo necesitamos y se nota. Justamente es algo que buscamos cuando vamos al teatro y Tijeras salvajes es ideal para eso. Además añade una gran particularidad: ninguna función es igual a otra pues la conclusión de la propuesta se va adaptando según lo que decida el público. ¿Cómo es esta idea genial?
Comencemos por el principio. El escenario es una peluquería donde una pléyade de variopintos personajes se da cita, incluyendo los que allí trabajan. Entre idas y vueltas se descubre que hubo un asesinato en el edificio en el que está instalado el local ¡y uno de esos personajes es el responsable! Hay un policía que llega encubierto y luego descubre su profesión al regresar con un uniformado, el dueño de la peluquería que vive a flor de piel y su pícara asistente, una clienta de muy buen pasar y otro enigmático asistente que no se decide a pasar por las tijeras del especialista.

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Con este marco se plantean las situaciones, siempre risueñas, hasta conocerse el hecho luctuoso. A partir de ahí es el detective de policía quien toma el comando de la situación y le dice al público que ellos serán los jurados del hecho delictivo. Y ahí la propuesta se vuelve participativa, la gente desde las butacas expresa su parecer en un ida y vuelta con los que están en el escenario, que nunca salen de su rol. Por eso cada noche es distinta y hasta último momento ni los propios actores saben quién será el asesino elegido por mayoría en la platea.

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Sin dudas una gran idea de Paul Portner, aquí dirigida por Manuel González Gil, que sube a escena en el Multitabarís Comafi (Av. Corrientes 831. CABA) arrancando carcajadas y haciendo pensar a los espectadores. Sin duda Alejandro Müller como el coiffeur se lleva todas las risas, al igual que la picardía que exhibe Andrea Politti, y Diego Reinhold hace gala una vez más de su histrionismo como el policía, muy bien secundado por Gato Hagel. Y quizás quien se destaque más, en sus silencios y actitudes más que por lo que diga es el gran Mario Pasik. Linda Peretz aporta sus dotes actorales para completar el ensamble que sale muy bien parado.    

Las funciones son de miércoles a domingo y acá podés encontrar más info sobre las entradas.