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Dos dioses de la banca central marcarán futuro de los mortales

Mario Draghi y Mark Carney, prontos a dejar sus cargos, proyectarán una larga sombra sobre la banca central durante muchos años.

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Los alcistas del euro tendrán que confiar en el respaldo de los responsables políticos del Banco Central Europeo si la moneda quiere volver a probar los máximos alcanzados en julio. | AFP

Mario Draghi y Mark Carney, prontos a dejar sus cargos, proyectarán una larga sombra sobre la banca central durante muchos años.

Draghi, quien abandona el Banco Central Europeo en octubre, recibe crédito por restablecer casi sin ayuda la confianza en el euro en la crisis de deuda soberana. Carney, el primer gobernador nacido en el extranjero del Banco de Inglaterra (BoE), tuvo que tranquilizar a los británicos ante el vacío de poder que surgió luego de que votaran por abandonar la Unión Europea.

Ambos enfrentan desafíos similares en sus últimos meses en sus cargos. Los esfuerzos para escapar de las medidas de estímulo de emergencia puestas en marcha en la crisis financiera se cruzan con perspectivas particularmente inciertas. Carney advierte sobre "la niebla del brexit" y Draghi tiene que hacer frente a una desaceleración inducida a nivel político.

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"Es probable que las responsabilidades del BCE y el BoE continúen siendo un gran desafío en el futuro. No creo que estos cargos sean de ninguna manera menos exigentes en el futuro", señaló Lael Brainard, gobernadora de la Reserva Federal, en una entrevista. Elogió la perspicacia de Draghi y Carney para navegar por la crisis, construir apoyo para sus políticas y hacer que sus organizaciones sean más responsables.

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La gran pregunta ahora es quiénes los reemplazarán. El Reino Unido dice que buscará candidatos a nivel nacional y en el extranjero, aunque no está claro a quién contempla. El presidente del BCE se decidirá entre las naciones europeas, con dos franceses, dos finlandeses y un alemán entre los posibles contendientes.

Carney y Draghi comenzaron en el mundo académico, agrandaron sus currículum en Goldman Sachs y en ministerios de Finanzas y finalmente llegaron a la cima de los bancos centrales de Canadá e Italia, antes de seguir avanzando. Cada uno ha presidido el Consejo de Estabilidad Financiera, creado después de la crisis para ayudar a la regulación bancaria internacional.

Ambos saben hacerse notar desde un comienzo.

A las seis semanas de comenzar su trabajo en la Eurotower de Fráncfort en noviembre de 2011, Draghi revirtió dos aumentos de tasa de interés maquinados por Jean-Claude Trichet, de manera muy similar a Carney, quien recortó los costos de endeudamiento con cuatro semanas y media en su puesto. En el Banco de Canadá, popularizó la orientación futura, una herramienta que los bancos centrales adoptaron luego de tasas de interés y compras de activos agotadoras.

El lenguaje también es un legado de Draghi. “Lo que sea necesario”. Palabras que frenaron la especulación contra el euro en 2012. La promesa sorprendió a la mayoría de sus pares del BCE porque no había ningún plan para apuntalar su credibilidad.

Ambos hombres recibieron loas por sus respuestas a la crisis y el rol de Carney al prevenir una recesión en Canadá le valió mudarse a Gran Bretaña en julio de 2013. Mientras Draghi defendía su programa de compra de bonos ante gobiernos, el mundo académico y el público general, el canadiense estaba a cargo de ampliar el papel del BoE en la estabilidad financiera. Aumentó considerablemente a su personal, al tiempo que navegaba por los referendos de Escocia y la UE y dos elecciones generales.

"Draghi y Carney son tecnócratas extraordinarios que entienden profundamente la teoría y el proceso de la banca central", comentó Nathan Sheets, exsubsecretario de asuntos internacionales del Tesoro de Estados Unidos. Ambos tienen "un sexto sentido sobre cómo se ajusta la política monetaria al entorno político más amplio" que "realmente los distingue".

A lo largo de sus mandatos han entrado y salido de la contienda política.

Draghi ha participado activamente dando forma a la respuesta de Europa en los peores momentos de la crisis, pero cuando Grecia amenazó con salir de la eurozona en 2015, se mantuvo en segundo plano, extendiendo las reglas de su propia institución para mantener el flujo de dinero y así asegurar que fuera decisión de los gobiernos si se retiraba o no.

Por su parte, Carney enfrentó críticas reiteradas por su papel en el debate sobre el referendo de la UE, advirtiendo antes de la votación que una salida disruptiva podría provocar una recesión.

Ambos jefes obligaron a actuar a sus colegas haciendo anuncios sin consultarles. El programa de flexibilización cuantitativa del BCE surgió después de que Draghi formulara comentarios públicos que no dejaron lugar a alternativas.

Justo después del referéndum de 2016, Carney insinuó un relajamiento de la política monetaria antes de reunirse con el resto del comité. Dos meses después, los formuladores de política votaron de manera unánime por reducir la tasa de interés.

Con el brexit puede que la estrella del BoE pierda brillo, mientras que el BCE crecerá a medida que se unan nuevos países.

"El BCE solo por su tamaño y centralidad seguirá siendo un actor importante", afirmó el exmiembro del Comité de Política Monetaria del BoE Adam Posen. "Cualquier forma de brexit reducirá" el estatus del banco central del Reino Unido. "Su papel se va a reducir enormemente".