INTERNACIONAL
a dos semanas de la cumbre en argentina

Trump y Xi miden fuerzas para su ‘tango’ en el G20

Es difícil que la reunión marque un giro del conflicto comercial. En Washington y Beijing se preparan para una disputa de largo aliento.

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mano a mano. Con Buenos Aires como escenario, los presidentes de China y Estados Unidos mantendrán uno de los encuentros bilaterales más destacados del año. | Cedoc Perfil

A menos de dos semanas de la Cumbre del G20, los gobiernos de Estados Unidos y China miden sus fuerzas para la reunión bilateral que Donald Trump y Xi Jinping mantendrán en la Argentina. Pese a ciertos gestos recientes de distensión, no hay razones para esperar que el encuentro marque un giro significativo en la disputa hegemónica que libran ambas potencias. Aun si los dos mandatarios firmaran un acuerdo pour la galerie, en Washington y Beijing se asume que la “guerra comercial” es apenas la primera fase de una lucha de largo aliento por el liderazgo global.
En los últimos días, algunos funcionarios se mostraron entusiasmados con la posibilidad de una tregua entre Trump y Xi en Buenos Aires. Como anfitrión de la Cumbre, el gobierno argentino se anotaría un punto si de esa bilateral saliera, al menos, una declaración de buenas intenciones. Pero ningún diplomático se engaña: un approach táctico no cambia el fondo de la cuestión.
Trump y Xi salieron esta semana a marcar el terreno para la reunión. El presidente estadounidense dijo anteayer que “China quiere hacer un trato” y mencionó una lista que Beijing habría presentado con los puntos sobre los que estaría dispuesta a negociar; aunque aclaró que por ahora no resulta “suficiente” ni “aceptable” para él.
Trump agregó que si el gobierno chino cediera a las exigencias de la Casa Blanca, Estados Unidos “podría no tener que” aplicar la nueva ronda de aranceles contra importaciones chinas prevista para enero. Fiel a su estilo, Trump desdijo así a su secretario de Comercio, Wilbur Ross, quien pocas horas antes había dicho que un “pleno acuerdo formal” antes de enero será “imposible”.
Por su lado, Xi declaró ayer que la ofensiva comercial estadounidense es “un enfoque cortoplacista condenado al fracaso” y que “la historia demuestra que nadie sale vencedor de la confrontación, ya sea en la forma de guerra fría, caliente o comercial”. Xi habló durante el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Papúa Nueva Guinea, donde lo escuchaba el vice de Trump, Mike Pence.
Fue precisamente Pence quien esta semana encarnó el rol de “policía malo” de la administración Trump frente a China. Poco antes de que el presidente estadounidense le abriera la puerta a un acercamiento con Xi, el vice había advertido en una entrevista con The Washington Post que la cita en Buenos Aires “será la mejor oportunidad (si no la última) de China para evitar un escenario de guerra fría contra Estados Unidos”.

Preparados. Según Pence, “la actitud del presidente (Trump) consiste en asegurarse de que (los chinos) sepan qué estamos preparados para hacer, para que vengan a la Argentina con propuestas concretas que no solo aborden el tema del déficit comercial”.
La lista de exigencias del gobierno estadounidense a Beijing es enorme y, en la visión china, su objetivo estratégico es detener el ascenso de China como potencia económica global. Incluye medidas para proteger la propiedad intelectual y contra la transferencia forzada de tecnología impuesta a empresas estadounidenses radicadas en territorio chino; cambios en la política de protección a la industria china y, en particular, en el plan “Made in China 2025”; e incluso reclamos sobre la supuesta interferencia del Partido Comunista de China  (PCCh) en la vida política de países occidentales.

Expectativa y realidad. En opinión de Shi Yinhong, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad Renmin de China, “es poco probable que el gobierno chino pueda aceptar todas esas condiciones, a menos que la administración de Trump también haga algunas concesiones”. Una expectativa realista es que Trump y Xi establezcan un diálogo “marco” para terminar con la escalada arancelaria. Sin embargo, según Shi, no hay señales de que puedan producirse cambios en el corto plazo que le quiten tensión a la carrera tecnológica entre ambos países.
Desde hace algunos meses, el gobierno chino trabaja con la hipótesis de que esta es la nueva “normalidad” de la relación con Estados Unidos. Sabe que está en desventaja, se repliega para no conceder más de lo necesario y da la bienvenida a cualquier gesto de distensión, aun cuando sabe que la puja estratégica sigue su curso.
Habrá ocasión de evaluar los alcances reales de la reunión en Buenos Aires apenas un mes después de la cita, el 1° de enero, cuando Estados Unidos tiene prevista una nueva tanda de aranceles. La intensidad de la llamada “guerra comercial” no se mide en apretones de manos sino en miles de millones de dólares.

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Visita al desastre californiano

Donald Trump arribó ayer a California para recorrer las zonas devastadas por los incendios forestales que causaron hasta el momento al menos 74 muertos y más de mil desaparecidos, además de miles de desplazados.
El Air Force One aterrizó en la base militar Beale, a unas decenas de kilómetros al sur del pequeño pueblo de Paradise, cerca de donde se declaró hace diez días el incendio más letal en la historia californiana.
“Parece que hay muchas más personas desaparecidas de las que cualquiera se habría imaginado”, dijo Trump. “Quiero estar con los bomberos”, añadió, y elogió su “extraordinaria valentía”.
El foco Camp Fire provocó la muerte de 71 personas y arrasó con más de 57 mil hectáreas en el norte del estado. El número de desaparecidos se disparó en las últimas 24 horas de 631 a 1.011.
En el sur, cerca de Los Angeles, el Woolsey Fire quemó cerca de 40 mil hectáreas desde el jueves, incluyendo el balneario de Malibú, repleto de mansiones de las estrellas. Al menos tres personas fallecieron en esa zona.
Cerca de 9 mil bomberos están desplegados en los dos frentes, decenas de miles de pobladores han sido evacuados y muchos permanecen impedidos de regresar a sus hogares.
Trump criticó la gestión forestal de las autoridades de California, gobernado por los demócratas, a pesar de que la mayoría de los bosques están bajo control federal, y amenazó con recortar los fondos federales.