La Argentina está por encima del promedio mundial en cuanto a derechos laborales de las mujeres, pero muy por debajo de otros países de la región, como Paraguay, Uruguay o Brasil.
Solamente tres de los 32 países de América Latina reconocen a las mujeres el 90% o más de las garantías laborales que tienen los hombres. Estos países son Costa Rica, Paraguay y Perú. La Argentina llegó a un 79%, algo que está por encima del promedio mundial (77,1 puntos porcentuales) pero aún muy por debajo del nivel óptimo.
El informe “La mujer, la empresa y el derecho”, del Banco Mundial, analiza desde hace 53 años la situación de la legislación laboral en América Latina y en el mundo. En 2023 llegó a la conclusión de que los avances en la materia se vieron ralentizados por la pandemia. El documento tuvo en cuenta indicadores como la remuneración, las restricciones para iniciar una empresa, las diferencias de género en cuanto a derechos de propiedad, las jubilaciones, las restricciones para la libertad de movimiento, y las leyes que afectan las decisiones de las mujeres para trabajar, como el matrimonio en algunos países.
“La desaceleración del crecimiento a nivel mundial, el aumento de los riesgos debido al cambio climático, los conflictos y los efectos persistentes del covid-19 han significado un retroceso importante”, señala el documento.
La Argentina no está en el listado de los 18 países del mundo que lograron un cambio significativo en el último año. Sin embargo, los avances más significativos se encuentran en los países que venían más atrasados en este sentido.
El informe advierte que la puntuación promedio de igualdad de derechos es de 77,1 sobre 100, apenas medio punto más que en 2022. Solamente Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Letonia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y Suecia alcanzaron una puntuación de 100, lo que equivale a decir que tanto hombres como mujeres gozan de las mismas condiciones jurídicas laborales.
Otros países importantes de la región también están por encima del promedio argentino: Brasil (85), Colombia (84,4), Paraguay (94,4), Uruguay (88,8) e incluso Chile (80).
Los asuntos pendientes son los de parentalidad y remuneración, detallaron en el informe. “Aunque son los que tienen un mayor margen de mejora, con puntuaciones promedio de 56,4 y 70 respectivamente, también son los que registraron el mayor número de reformas en 2022”. Entre los países que aprobaron recientemente normas en este sentido están China, Malta y Países Bajos, que establecieron la licencia parental remunerada, y Costa Rica, Malawi y Mongolia, que introdujeron la licencia por paternidad remunerada. Senegal, un poco más atrasado en este sentido, recién avanzó en la prohibición de despedir a mujeres embarazadas. Este último país está por debajo del promedio, con un total de 72,5 puntos sobre 100.
En cuanto a China, en cambio, los avances fueron tan significativos en los últimos años que el país logró, al menos a nivel legislación, una igualdad del 91%. Malawi (80%), Malta (91,3%), Costa Rica (91,9%) y Mongolia (90,6%) también consiguieron subir de categoría en cuanto a la igualdad, mientras Países Bajos logró el nivel óptimo en las mediciones.
El informe señala que son los países más desarrollados y prósperos los que están cerca de la igualdad, o lograron la paridad en las normas. La cuestión no parece ser casual. “Existe cada vez más documentación que evidencia que la igualdad de género es importante no solo para el empoderamiento económico de las mujeres, sino también para el desarrollo macroeconómico”, aseguraron desde el Banco Mundial.
Así, superar las barreras de género beneficia a la sociedad en su conjunto. Todavía, en 93 economías, no existe igualdad de remuneración garantizada en la legislación. Aunque, también advierten desde el organismo, no basta con leyes: hay que plasmar estas normas en resultados tangibles.
La realidad es más apremiante para países como Argentina. “En una época en la que las economías de todo el mundo necesitarán movilizar toda su capacidad productiva para generar un crecimiento suficiente, apartar a la mitad de la población constituye una pérdida significativa”, concluyeron.