El reconocido escritor y aviador francés Antonie Saint-Exupéry vivió más de un año en la Argentina, una estadía que no solo estuvo marcada por piezas literarias y la aviación, sino también por una desesperada búsqueda de uno de sus amigos más cercanos en plena cordillera de Los Andes.
El 15 de junio de 1930, es decir 92 años atrás, Saint-Exupéry se subió a su avión en Buenos Aires y voló directamente a Mendoza para “organizar la búsqueda con las autoridades y las fuerzas aéreas de la Argentina y Chile” de Henri Guillamet, un piloto francés que ya se encontraba en Argentina al momento de que Antonie fue nombrado director de la Aéropostale, según narró a PERFIL Alain d'Etigny, nieto de las primas del escritor Saint-Exupéry.
De acuerdo con el relato de Alain, ambos pilotos se conocieron en la ciudad de Toulouse, Francia, antes de llegar a la Argentina y forjaron una amistad especial. “Eran muy amigos”, contó el primo de la familia D´Agay-Saint-Exúpery.
El accidente en la cordillera
El 13 de junio de 1930 Henri despegó desde Santiago de Chile, para concretar su 92° cruce de Los Andes y llegar con una unidad de la Aéropostale y todas las cartas que trasladaba a Mendoza. Sin embargo, el terrible clima, la falta de combustible y la violencia de los vientos llevó al avión a uno de los peores finales.
La avioneta se estrelló en la zona de la Laguna Diamante, lugar donde “ocurre un fenómeno aerológico en particular con vientos muy violentos que iban de manera vertical”, según explicó d'Etigny. Como las ráfagas presionaban el avión hacia abajo, Henri vio un lugar relativamente plano cercano a la laguna e intentó aterrizar, pero los vientos terminaron dando vuelta la avioneta y provocando que choque directamente contra el suelo.
Pese al terrible accidente, Henri sobrevivió y esperó un día entero dentro de la cabina a ser encontrado, pero no corrió con esa suerte. En consecuencia y antes de morir congelado, decidió emprender una travesía a pie, con una brújula y sin provisiones, para lograr encontrar ayuda y salir de los sinuosos acantilados de la codillera. "Al no haber sido visto, me voy hacia oriente. Adiós a todos, mi último pensamiento será para mi esposa", escribió en su avión antes de iniciar su recorrido.
La desesperada búsqueda
Mientras Guillamet intentaba salir de la trampa de la cordillera, las autoridades comenzaban una misión de rescate, pero la tarea se volvía más difícil conforme pasaban los días y las esperanzas eran cada vez más escasas.
En ese momento, Saint-Exupéry era el director la Aéropostale, por lo que se dedicaba a “coordinar todos los viajes y era responsable de los recursos humanos de la filial en la Argentina”. En ese sentido, d'Etigny narró que “a veces tomaba un avión y pilotaba para hacer un reconocimiento y conocer a la gente que trabajaba en la empresa”.
“Cuando se enteró del accidente, viajó de Buenos Aires a Mendoza y, ahí, organizó la búsqueda con las autoridades y las fuerzas aéreas de Argentina y Chile. Él mismo voló todos lo días con otros pilotos para encontrar a Henri”, relató Alain.
La búsqueda continuaba y los diarios locales retrataban cómo las esperanzas se perdían a lo largo de los días. Los Andes, por ejemplo, titulaba: “Aumenta la creencia de que el aviador Guillamet haya perecido” y "La inquietante falta de noticias hace perder toda esperanza acerca de la suerte corrida por el aviador Guillamet".
Saint-Exupéry y el equipo que intentaba dar con el paradero de Guillamet sobrevolaban los picos de la cordillera andina y “no sabían dónde estaba el piloto”, ya que Alain indicó que, en ese momento, “no había una línea exacta que seguir y los aviones no tenían aerodinamismo”.
La misión de rescate que inició el escritor duró cinco días, hasta que un chico de aproximadamente 10 años encontró a la salida del cañón de la precordillera a un hombre “de rodillas que pedía ayuda”. El niño dio aviso a sus padres, quienes notificaron a los gendarmes. Guillamet se había salvado.
La travesía de Henri
Alain d'Etigny tiene una compañía de turismo en Argentina, por lo que pudo explicar a PERFIL que el recorrido que realizó Guillamet sin ningún tipo de equipamiento “no es nada fácil”, incluso hoy en día.
El familiar de D´Agay-Saint-Exupéry destacó que, para realizar un camino así, el primer aspecto que hay que tener en cuenta es el psicológico, además enfatizó en que, en esa época, no se contaba con aparatos de geolocalización e indumentaria preparada para las bajas temperaturas.
El 23 de diciembre de 1972 fueron rescatados los sobrevivientes de la tragedia aérea en los Andes
“Él tenía solamente una brújula, que durante su marcha la perdió. Era muy difícil esa incertidumbre, su equipamiento no estaba adaptado para una expedición”, sostuvo. Además, aclaró que “hacia el este hay pasos difíciles y más cerca de la cordillera, más acantilados y cañones hay”. Así, aseguró que recuerda que una persona realizó ese mismo recorrido hace unos años y dijo que es una zona “muy peligrosa”.
Luego de haber caminado cerca de siete días y seis noches, Henri llegó a la casa de este niño y, al llegar los gendarmes, lo subieron a un auto y lo trasladaron directamente al pueblo de San Carlos.
El reencuentro de Antonie Saint-Exupéry con su amigo
Una vez que se confirmó que se trataba de Henri Guillamet, Antonie Saint-Exupéry fue notificado de la aparición con vida de su amigo, por lo que se subió a su avión y siguió desde el aire la comitiva que trasladaba al aviador.
De acuerdo con la información de Alain, el escritor aterrizó su avioneta a un lado de la ruta, se reencontró con su amigo y se abrazaron fuertemente. Luego de eso, Antonie subió a Henri a su aeronave y lo llevó a la ciudad de Mendoza para que sea atendido.
Antes de retirarse, el autor de El Principito dibujó un círculo en el cielo con su avioneta y movió un poco las alas, en signo de agradecimiento al pueblo de San Carlos, según conoció Alain tras hablar con uno de los testigos del hecho.
El aviador que caminó casi una semana para sobrevivir “solo presentaba varias erosiones en ambas piernas con edemas de los pies, causados seguramente por el exceso de marcha y por los efectos de la nieve”, de acuerdo con la información que publicó el 21 de junio de 1930 el diario Los Andes.
Durante el tiempo de recuperación de Guillamet, Saint-Exupéry recopiló todos los datos de su travesía, lo que utilizó luego para escribir un capítulo de su libro “Terre des Hommes” (Tierra de hombres, en español). En este texto, el escritor inmortalizó una frase que su gran amigo le dijo al oído al encontrarse: “Lo que hice, te lo juro, ningún animal lo hubiera hecho jamás”.
cp