La Justicia realizó un allanamiento en el departamento donde vivía la fallecida intelectual Beatriz Sarlo, ubicado sobre la calle Hidalgo, en el barrio porteño de Caballito. La medida fue ordenada por el Juzgado Civil N°24 tras una denuncia presentada por personas del entorno de la intelectual, quienes alertaron al 911 por presuntas irregularidades vinculadas a sus bienes.
El operativo se llevó a cabo durante la jornada del viernes e incluyó un exhaustivo inventario de los objetos presentes en la vivienda. Además, se procedió al cambio de las cerraduras del inmueble, actualmente en disputa entre tres posibles herederos: el arquitecto Alberto Sato, viudo de Sarlo; la arquitecta Ernestina Susana del Río, prima de la escritora; y Melanio Alberto Meza López, encargado del edificio.
El encargado figura en una nota presuntemente escrita por Sarlo antes de su muerte, en la que no solo lo menciona como heredero, sino que también le habría delegado la custodia de Nini, su gata. La existencia y validez de ese documento todavía están bajo análisis judicial.
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El portero, acompañado por su pareja, llegó en medio del procedimiento y su presencia generó tensión entre los presentes. Todo ocurrió bajo estricta reserva, mientras una vecina del edificio fue llamada para actuar como testigo.

Según trascendió, entre los presuntos herederos crece la desconfianza por una supuesta desaparición de objetos personales de la escritora, entre ellos discos que le pertenecían a ella y a su última pareja, el cineasta Rafael Filippelli.
Luego esos discos habrían aparecido a la venta en redes sociales. Este dato fue aportado por una influencer británica, quien detectó publicaciones con artículos que podrían haber pertenecido a Sarlo.
También surgieron sospechas sobre un posible ingreso no autorizado al inmueble, que habría incluido una cerradura forzada.
Antes de morir, la ensayista pidió expresamente que su archivo fuera al CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas), y sus amigos cumplieron con esa voluntad. “El departamento sirve para el morbo. Se habla de su marido Alberto Sato, quien durante los últimos años fue su gran amigo, y del encargado, pero lo que preocupa es qué va a pasar si alguien quiere publicar, traducir o reeditar algún texto de Beatriz Sarlo", sostuvo David Oubiña, crítico literario, investigador y uno de sus colaboradores más cercanos, en diálogo con Noticias.
"El portero no es heredero de sus derechos de autor. Si el juez le da el departamento, no garantiza la preservación del legado. Sylvia Saítta, la verdadera albacea, debería administrar esos bienes. Nadie quiere hacer dinero con el departamento. Lo único que queremos es garantizar su legado”, concluyó.
La causa sigue abierta mientras se intenta determinar el destino final del patrimonio de una de las figuras más influyentes de la literatura y el pensamiento argentino contemporáneo.
LT