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Protesta en Florencia - Video

El "David" de Miguel Angel tiene más suerte que La Gioconda: se encadenaron a su reja, pero sin tirarle sopas o tomate

Jóvenes del colectivo Ultima Generazione lanzaron consignas ambientales frente al mármol más celebre de Florencia, pero sin hacer tropelías: desde enero rige una nueva ley en Italia, con multas de 60 mil euros y cárcel para quien "cometa actos vandálicos contra el patrimonio cultural".

Activistas climáticos se encadenaron a la base de la estatua de Miguel Angel, en Florencia, para visibilizar sus demandas.
Activistas climáticos se encadenaron a la base de la estatua de Miguel Angel, en Florencia, para visibilizar sus demandas. | Captura

Cuatro activistas climáticos se encadenaron este domingo a los pies de la célebre escultura del David de Miguel Ángel en la Galería de la Academia de Florencia, al norte de Italia, para exigir medidas contra la crisis climática y ayuda a los damnificados por inundaciones y otras catástrofes naturales.

La acción fue realizada por cuatro ecologistas -una mujer y tres hombres- del colectivo Ultima Generazione, que desplegaron una pancarta en la que se leía "Fondo de Reparación: 20.000 millones de euros para reparar los daños de las catástrofes climáticas", según mostraban en sus redes sociales.

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Uno de los activistas se encadenó a la barrera que rodea esta estatua, símbolo del Renacimiento italiano y sin duda uno de los monumentos más bellos y famosos del mundo, mientras el resto gritaba consignas contra la crisis climática, suscitando el aplauso de algunos de los presentes. Al lugar llegaron inmediatamente agentes el Cuerpo de Carabineros.

Los militantes de Ultima Generazione han llevado a cabo acciones similares en otros íconos italianos, como pegando carteles a la mampara que protege La Venus y La Primavera de Sandro Botticelli en la Galería de Los Uffizi, incluso arrojando pintura o barro a monumentos como la basílica de San Marco de Venecia o tiñendo de negro las aguas de la Fontana di Trevi en Roma.

El pasado 18 de enero el Parlamento italiano adoptó una ley por la que los autores de actos vandálicos contra obras de arte, monumentos o bienes del patrimonio cultural serán castigados con multas de hasta 60.000 euros, además de con sanciones penales.

La norma fue impulsada por el ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, para combatir en particular las protestas de los activistas climáticos, como la de este domingo.

 

Florencia ya no es lo que era...

Hablando de Florencia, la ciudad pierde detalles de su magia ante el avance del turismo de masas que crece cada años en esa maravillosa zona de la Toscana. En el último mes se intensificaron las llamadas a tomar medidas urgentes para proteger el centro histórico de la ciudad, sobre todo después de las sorprendentes declaraciones de la directora de la prestigiosa Galería de la Academia, hogar del David de Miguel Ángel, que dijo que a su juicio "Florencia se convirtió en una prostituta".

Unos 1,5 millones de turistas visitaron esta joya italiana del arte y la arquitectura en el verano boreal de 2023, un 6,6% más que en el mismo periodo del año anterior. Pero en su centro, declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco, cada vez son más las tiendas y los edificios residenciales que se reconvierten en negocios de comida rápida y apartamentos de alquiler turístico.

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"Estamos abiertos desde 1908. Si se deshacen de nosotros y de muchos otros como nosotros, se llevan una parte del alma de la ciudad", afirma Tommaso Pestelli, hijo, nieto y bisnieto de orfebres. Este artesano de 55 años consiguió abrir otro pequeño taller cerca del original, pero otros compañeros no tuvieron esa suerte.

En Florencia, el coste medio de los alquileres residenciales subió un 42% entre 2016 y 2023. En paralelo, el número de apartamentos listados en la plataforma Airbnb pasó de 6.000 a casi 15.000, según las cifras oficiales. Incluso en febrero, en teoría temporada baja para el turismo en Europa, los visitantes hacen fila ante la catedral y se apiñan frente al David de Miguel Ángel, pero si bien dejan ingentes ingresos a la ciudad, el daño que provocan en la delicada infraestructura florentina también es enorme.

HB