El presidente Mauricio Macri surfeó en aguas turbulentas mientras discutía con los principales líderes la Declaración Final, que fue liviana pero aceptable para todos. Su gran negocio, sin embargo, estuvo en los cara a cara: tuvo 17 reuniones bilaterales, donde pidió inversiones y apoyo internacional a su programa económico. La gran mancha que tuvo estas dos jornadas fue su encuentro con el príncipe saudita Mohammed Bin Salman, con quien habló de comercio e inversiones, según explicó en conferencia de prensa, pero no le planteó su preocupación por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
Pero el gran ganador de las dos jornadas fue, sin dudas, Donald Trump, que, sin sus habituales estridencias, se llevó un documento del G20 que remarca la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, al tiempo que puso sobre la mesa la reforma de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Además, rubricó junto a Justin Trudeau, de Canadá, y Enrique Peña Nieto, de México, el nuevo Nafta, diagramado a medida del republicano. Su victoria será total si lograse doblegar a China, a quien le declaró la guerra comercial. Esa rivalidad estratégica amenazaba con no agotarse en la cena con su par Xi Jinping.
Otro que supo capitalizar el encuentro fue el premier japonés Shinzo Abe, que sumó bilaterales de peso con Trump y Xi, entre otros, y una trilateral con Estados Unidos e India, dos inmensos mercados para sus exportaciones. Además, asumió la presidencia del G20, que tendrá su próxima cita en Osaka el 28 y 29 de junio de 2019.
MBS, heredero al trono en Arabia Saudita, se va mejor de lo que llegó. Su cálido saludo inicial con Vladimir Putin le dio aire ante las cámaras de televisión, en momentos en que la CIA y Turquía lo acusaban por ordenar el crimen de Khashoggi, y la justicia argentina lo investigaba por una denuncia de Human Rights Watch (HRW).
Putin tuvo una cumbre más deslucida, aunque no se puede decir que salga derrotado. Trump le canceló la cumbre bilateral que tenían programada, la segunda desde el encuentro de este año en Helsinki, pero esa baja le evitó oír en persona los reproches de la diplomacia estadounidense por la captura de 24 marineros ucranianos en el Mar de Azov. Sin foto, tampoco habrá dardos para Trump en Estados Unidos, donde el fiscal especial Robert Mueller investiga la presunta colusión con el Kremlin en la campaña presidencial de 2016.
Michel Temer y Enrique Peña Nieto llegaron a Buenos Aires con el partido perdido desde el vestuario. El presidente brasileño entregará el poder el próximo 1 de enero y la sombra de su sucesor, Jair Bolsonaro, planeó el viernes y sábado sobre Costa Salguero. Emmanuel Macron, hábilmente, lo responsabilizó por el futuro de las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, sin aludir al proteccionismo al agro de su gobierno. EPN, en tanto, sólo participó de las sesiones del viernes, ya que Andrés Manuel López Obrador asumió este sábado la presidencia en México.
Recep Erdogan también tuvo una cumbre accidentada. No sólo fue testigo de cómo el príncipe saudita rompía el aislamiento y sumaba una bilateral tras otra, sino que también respondió a una pregunta que nunca le hubieran formulado en su país. "¿No es hora de que Turquía reconozca el genocidio armenio?", lo interrogó un periodista argentino, bisnieto de una de las víctimas. "Nadie puede decir que Turquía haya hecho un genocidio contra los armenios", contestó el presidente, con el rostro tenso.