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Shock ambiental

La NASA publicó fotos de los glaciares de Alaska que ya no están

La Bahía de los Glaciares, en Alaska, ya casi no tiene desprendimientos. Para no decepcionar, los tours desviaron sus rutas y la NASA revela fotos de la desaparición del hielo. Galería de fotos

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Osos polares del Artico | Agencia Afp

El único que podría jactarse de haber visto a los glaciares de Alaska en su esplendor es el capitán George Vancouver, cuando en 1795 vio que la Bahía Glaciar y el Estrecho del Hielo eran un bloque unido y compacto. Apenas 85 años más tarde, John Muir descubrió al llegar al mismo punto que el extremo de la Bahía se había retirado 72.400 kilómetros hacia el interior. 

De todos modos, el 27% del Parque Nacional de los Glaciares (13.355 km2) todavía está tapizado de un desierto blanco. Unas 50 moles blancas aún pueden identificarse por su nombre y, entre ellos, siete son glaciares de marea (desprenden icebergs en el mar); y al menos dos de ellos (Johns Hopkins, Margerie) avanzan en vez de retroceder. Sin hablar del Glaciar Hubbard, el “glaciar galopante” que poquito a poco va dirigiéndose hacia la Bahía Disenchantment. Sin embargo, se terminaron las “buenas noticias” del Norte.


El Observatorio Terrestre de la NASA publicó este miércoles las impactantes imágenes comparativas del Glaciar de la Bahía tal como se veía en 1986 y se ven actualmente (septiembre 2019). “Hoy, el hielo se replegó más de 100 kilómetros y la mayoría de los vestigios del glaciar original terminan sobre la tierra”, dice el informe. Apenas un puñado de glaciares chapotea hasta la Bahía Glaciar y le entrega algunas pequeñas muestras de sus joyas del pasado. “Solamente uno, el Glaciar McBride- todavía fluye hasta el Brazo Oriental de la bahía”, informa la página oficial de Alaska. Los glaciares McBride y Muir eran uno solo, pero en 1960 se dividieron. 

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“El más rápido calentamiento del aire y las temperaturas del agua influyen en la retracción reciente de los glaciares”, sentencia Andrew Bliss, un glaciólogo del Servicio Nacional de Parques. “En el Brazo Este, todos los glaciares se están replegando; en el Brazo Oeste, algunos están estables o avanzan lentamente”, agrega. 


Esta nueva fisonomía de la costa de Alaska modificó completamente la oferta turística del estado. Una de las retiradas más notables es la del Glaciar Muir, que ya no llega al mar, termina sobre una lengua de tierra.

“Hasta fines de la década del 80, el Muir era el principal destino de los visitantes que querían ver en vivo el rompimiento de los glaciares. El tour diario que recorría la zona llevó turistas exclusivamente hasta Muir hasta 1987, cuando los paseos tuvieron que cambiar de rumbo hacia el Brazo Oeste de la Bahía Glaciar”, cuenta a la NASA la bióloga Tania Lewis, coordinadora de investigaciones en el Parque Nacional.


Al sudeste, McBride sobrevive entonces como el último glaciar de marea en la bahía, a 916 kilómetros de Juneau, la capital de Alaska.

Sin embargo, este témpano helado no está inmóvil: también se repliega en cámara lenta. Lewis cuenta que, en 1998, pasó seis semanas cerca de la línea de llegada del McBride, en donde estaba estudiando las focas. “En ese momento, la península de tierra estaba cubierta de hielo y a 1.600 metros del agua. Allí se recostaban las focas, se apareaban, parían a sus cachorros y los cuidaban”, relata. “Regresé a ese mismo lugar el verano pasado y después de poco más de 10 años, me shockeó ver que el hielo ya estaba a 4.800 metros de distancia de la Bahía. El día en que la tierra también se trague al Glaciar BcBride desaparecerá el hábitat de las focas en esta zona”.

Hasta ahora, el 90% de las actividades del parque Nacional los Glaciares se concentraban en el recorrido de los glaciares y los paseos en kayak. En el agua solían verse ballenas jorobadas y leones marinos de Steller, ambas especies, además, en peligro de extinción. Por suerte, todavía quedan unos 16.000 kilómetros de senderos, para caminar hasta el agotamiento y ver si asoma algún alce, un lobo o un ciervo de cola negra.

Cuando un ecosistema cambia, cambia todo. Este panorama seguramente se modificará con los años. El plan B podría incluir reprogramarse hacia el oeste, y divisar la cordillera Fairweather, con las montañas costeras más altas del mundo: 4.671 m. 

CP