—¿Cómo llegó a la conclusión de que la Iglesia debía ser comprensiva con los divorciados?
—Jesús me ganó de mano. Me llama la atención cuando esa parábola que lo pinta de cuerpo entero, esa parábola que invita a los exquisitos al banquete, cada uno se daba la mano, Jesús se presenta transfigurando a Dios con rabia, y dice: “vayan a los cruces de los caminos y tráigame todos, sanos, enfermos, justos, pecadores, niños, grandes, todos. El llamado de Jesús es para todos, la Iglesia es universal en ese aspecto. Y nadie puede decir: “éste es pecador, yo no”. Cuando éramos chicos, en Buenos Aires estaba en las familias más católicas, la costumbre de que a las casas de los divorciados no se iba, una costumbre social de aquella época en Buenos Aires, porque daba la impresión que ya estaban con un pie en el infierno. Es una concepción no cristiana, es realmente politizante, segregacionista, etcétera. Hoy día Jesús dice “todos”, y cada uno en la Iglesia ayudado por la comunidad o por el pastor o lo que sea, revé su situación, la analiza y se va colocando delante de Dios. Hoy día acompañar las nuevas uniones, es un derecho que tienen los cristianos y un deber de la Iglesia. No se puede decir: “está divorciado, listo, en la lista para el infierno”. No, es un hijo de Dios, una hija de Dios que está en camino, no puedo juzgar de afuera. Esto que quede muy claro, por eso hay que acompañar a todos. Y lo segundo, en Benedicto XVI, que él estuvo en la Congregación para la Doctrina de la Fe, como prefecto, en tres lugares, en el Alto Adige, en Piamonte y en Roma, dijo que una gran parte de los casamientos, era inválido para la Iglesia. ¿Por qué? Porque uno cuando dice: “sí, para siempre”, pero nunca se hizo cargo de qué significaba eso. Entonces, una persona separada, vuelta a casar, quizás es víctima de una cultura, de un modo de pensar, de una superficialidad cultural, incluso dentro de la Iglesia. Por eso hoy día estamos insistiendo en la formación de un catecumenado para preparar el matrimonio y para después. Cuando dicen “para siempre” a veces no tiene idea qué es para siempre, y al año están separados. Una vez una señora me dijo: “Ustedes son muy vivos los curas, para ser curas los hacen estudiar seis, siete años, y después, si no les va la cosa o no les gusta o se le cruza una mujer, piden la dispensa y dejan y pueden hacerlo. A nosotros, que es para toda la vida y no hay marcha atrás, nos arreglan con cuatro conferencias. A ustedes los preparan seis años, a nosotros cuatro conferencias”. Creo que la preparación al matrimonio es muy clave para hacer caer en la cuenta de esto. Hoy día, cuando un joven dice “para siempre”, le digo: “¿pero vos entendés lo que significa para siempre, entendés lo que significa aguantar a tu suegra siempre, no sólo a tu mujer sino a tu suegra, entendés las dificultades matrimoniales, las has pensado alguna vez?”. Si dice “sí”, bueno adelante, pero el para siempre, el general de la gente no tiene conciencia, y ese es el punto que hace que el matrimonio sea inválido.
—¿Y respecto de la unión civil de integrantes del mismo sexo?
—Cuando en Argentina se discutió el matrimonio de personas del mismo sexo, la Conferencia Episcopal tuvo una gran discusión y yo ahí, con otro grupo grande de obispos, propusimos que para qué hacer eso cuando podían hacer la unión civil, que no es solamente para personas del mismo sexo sino para ayudarse. Pensemos, tres viejitas jubiladas hacen la unión civil de bienes y así se van como ayudando en lo que reciben y la herencia queda para una de ellas o a las dos, etc. La unión civil es una cosa mucho más amplia, es un contrato social que garantiza de alguna manera los derechos sociales, cierta estabilidad y no es el sacramento del matrimonio, o al menos el hecho matrimonial. Pero me fue mal en la votación interna de la Conferencia Episcopal, y por eso salió la ley, porque no le dimos una alternativa a los gobiernos. Creo que la unión civil tiene que existir, ya en Francia hacía años que estaba y yo la tomé de ahí, porque ser una manera de darle una cierta cabida social a las uniones del mismo sexo, matrimonio es otra cosa, y tiene otra configuración, pero esa es mi postura.
El Papa con Fontevecchia: Metafísica
—En un reportaje reciente de la agencia Associated Press, usted sostuvo que la homosexualidad no era un delito, pero sí era un pecado, ¿qué sucede con ese pecado respecto de la posibilidad luego de ir al infierno o al paraíso?
—Vuelvo a lo que dije de ir al infierno. Hablé tres veces de la homosexualidad, la primera en el viaje a Río de Janeiro, cuando dije esta frase, “si una persona es homosexual y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgarla?” Como diciendo “basta”, no lo tomemos de víctima. Segundo viaje, de Irlanda a aquí cuando dije a un papá y una mamá: “nunca echen de la casa un hijo o una hija homosexual, acéptenlo, elaboren eso en familia”. Y la otra, en la conferencia de prensa, en la entrevista de Associated Press, donde hablé de la criminalización. Lamentablemente hay treinta países más o menos que criminalizan hoy día la homosexualidad y de esos treinta, casi diez tienen la pena de muerte. Eso es muy grave y ahí también lo dije muy claro. Mi postura sobre la homosexualidad está ahí en esas tres. Aquí a la audiencia general, vienen personas que son de agrupaciones homosexuales, están entre la gente, y se presentan como tal, yo saludo a todo el mundo. Todos son hijos de Dios y cada uno busca a Dios y lo encuentra, por el camino que puede. Dios solamente aparta a los soberbios, los demás pecadores estamos todos en la fila.
—¿Cuál es su posición sobre el celibato voluntario?
—Es una posibilidad que en la Iglesia Católica existe, toda la parte oriental de la Iglesia Católica la tiene. Acá en la Secretaría del Estado tenemos un padre que vive con su mujer y su hijita. Es una posibilidad abierta. No sé si se abrirá o no se abrirá, pero es una posibilidad que se puede abrir. De hecho, en la historia de la Iglesia hubo concesiones locales sobre este asunto, no en la parte oriental, que eso ya es normal, en la parte de acá. Veremos que llegue el momento que un Papa quizás lo revea, yo todavía no me siento para reverlo, pero obviamente es una cosa de disciplina, nada que ver con lo dogmático, que hoy es y mañana puede no ser.
—¿A qué se debe la preponderancia de casos de abuso sexual infantil en la Iglesia Católica?
—Ahí quiero ser muy objetivo. Los porcentajes que hay según las estadísticas universales, parte de Naciones Unidas, Unicef, etc; surge que alrededor de entre el 40% y el 42% de los abusos son en la casa y en el barrio, y esos siguen con la modalidad antigua de taparlo, los tíos, los abuelos, los vecinos. Después en los clubes, después en las escuelas, y al final en la Iglesia Católica, los sacerdotes católicos, que son 3%, puede decir que es poco. No, no es poco, porque proporcionalmente los sacerdotes católicos son pocos respecto a los demás, un 3% pesa mucho más que el 40% del otro, o pesa mucho. Y segundo, porque es una blasfemia. Si vos estás llamado como cura o monja a ayudar a esta persona a buscar a Dios, te lo comés crudo.
El Papa con Fontevecchia: líneas en la Iglesia
—Es un agravante.
—Horrible. Hasta el escándalo de Boston, estas cosas se tapaban porque era lo habitual, lo que hace todavía la familia, en general se tapa. Y a este cura se lo castigaba, se lo cambiaba de lugar. Cuando estalló lo de Boston, allí se empezó a tomar conciencia y la Iglesia empezó a decir: “No, ni uno solo”. Estamos trabajando en eso continuamente, las denuncias son grandes. A mí me gusta escuchar los casos de abusos cuando viajo, empezó Benedicto con esto. Cuando viajo escucho a la gente abusada y escucho cosas horribles, y todo tapado. Crueldades, destrucciones, es una cosa muy grave, no podemos darnos el lujo de taparlo en la Iglesia, y ayudar a que se destape en la medida de lo prudente en los otros lugares. Por eso está el trabajo de la comisión y todo esto, pero hay un punto suelto de abuso infantil que quisiera subrayar, es el problema de la pedo-pornografía. Se produce pedo-pornografía y la pedo-pornografía se hace en vivo. Yo me pregunto en qué país se produce eso, nadie sabe. Qué pactos escondidos hay entre cierta autoridades de tal o tal o tal otro lugar, y la productora de la pedo-pornografía que se hace en vivo, y a veces con chicos muy chicos. Por eso siempre pido a las autoridades abran los ojos, busquen, porque lamentablemente está a la mano de cualquiera en el celular. La pedo-pornografía está en tu celular. El daño que hace y es como una droga, una vez que le tomó el gusto uno a eso, salir... Esto lo sé, en caso de algunos adictos que sufrieron juicio, fueron condenados, pero el trabajo más grande fue el tratamiento psiquiátrico de limpiarles el hábito hacia la pedo-pornografía. Quién la produce, dónde la produce y quién tapa esa producción, es una pregunta que hay que responderla.
—¿Cuál es su opinión sobre el grupo católico María 2.0, que aboga porque haya mujeres sacerdotisas?
—La grieta es un problema teológico, no solo ese, sino el planteo del sacerdocio femenino por parte. En la Iglesia hay tres principios, pero dos que son dogmáticos, uno que es administrativo. El principio administrativo es si a la mujer se le puede dar éste o éste trabajo, porque acá hay una gobernadora que es mujer, en el Consejo Económico de seis laicos, cinco son mujeres. O sea, en el Vaticano están entrando las mujeres, secretaria de dicasterios, etc. Pero el principio teológico es una cosa teologal, por ejemplo la Iglesia no es varón, la Iglesia es mujer, es la Iglesia, no es el Iglesia, es mujer, y se considera a sí misma como esposa de Jesucristo. Ese es el dogma de la teología más sana, la Iglesia es mujer, entonces es mujer y no es ministro la Iglesia, necesita ministros varones, es distinta. Entonces está el principio de ministerialidad y el principio eclesial que, para resumirlo podríamos decir, al principio petrino, que es el disciplinar, el de gobierno, más jerárquico, diácono, sacerdote, obispo, etcétera, y el principio maternal de contención de la Iglesia, de la comunidad, que se llama principio mariano. Principio petrino y principio mariano. La Iglesia es mujer, está en el principio mariano, que es mucho más importante que esto. O sea, es más importante una mujer en la Iglesia que un cura, porque el principio mariano abarca todo y toca la feminidad de la Iglesia. Jerárquicamente un cura es más importante que la mujer, pero porque hay una jerarquización de ministerio. Entonces la línea ministerial la tienen los varones, la línea maternal y de contención la tienen las mujeres. Teológicamente, si usted me pregunta quién es más importante, María o San Pedro, por ejemplo, los apóstoles, ciertamente María es más importante, porque es figura de la Iglesia en esa línea no ministerial, sino eclesial. No podemos resolver el problema de la mujer con una simple funcionalidad. No, va más allá, es algo místico, teológico y eclesial. El principio petrino que es ministerial, el principio mariano, que es la eclesialidad que sostiene todo, por eso se contradicen.
Papa Francisco: "Se puede dialogar muy bien con la economía, no se puede dialogar con las finanzas"
—La Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Anglicana, analiza cambiar el Padre Nuestro para sacarle la connotación de género, dicen que Dios no es ni hombre ni mujer, ¿qué opina usted?
—Hablamos un poco en el avión con el arzobispo de Canterbury cuando veníamos de Sudán del Sur, y es un grupito de la Iglesia de Inglaterra. En esa línea de desgeneralizar, sin género las cosas, quiero ser padre y quiero ser madre, las dos cosas juntas, es mamá ya, pero aquí entra a jugar una cosa muy peligrosa hoy día, que es la ideología de género, que de todas las colonizaciones ideológicas que están pasando, a mi juicio la peor. Porque te despotencializa las diferencias y te va llevando a que no haya diferencias, cuando lo más rico es la contraposición de las diferencias que te hace progresar. La ideología de género es nefasta. No las personas que de alguna manera están dentro de otra cosa, pero la ideología que simplifica, unifica, quita las diferencia. Sobre esto una vez leí un libro escrito en el 1903, una novela de Benson, inglés la escribió él, y se llama “The Lord of the World”, “Señor del Mundo”, y entonces hace una mirada hacia el futuro y está describiendo lo que está pasando ahora. Es una novela, en la mitad se hace un poquito pesadita, pero vale la pena leerla porque hace ver cómo esa mirada de un futurista, hace caer en la cuenta en esta trama de quitar diferencias y hacer todo uniforme, un gobierno de una sola persona, todo uniforme. Y la uniformidad es la cosa menos humana que hay, una de las cosas que a las personas humanas, hombres y mujeres, nos distingue es la creatividad y la libertad. O sea, yo no me imagino un perro haciendo un cuadro. Sí a Picasso haciendo un cuadro. Porque hay una creatividad que nace de la libertad, que un animal no la tiene porque tiene muy acotado eso. Un animal podrá aprender disciplinas de conducta hasta cierto punto, según los maestros. Pero la creatividad es una cosa solamente humana, por eso hay que tener mucho cuidado con quitar las diferencias.
—¿Y la creatividad se incentiva a través de esas chispas de las diferencias?
—¡Ah, claro! Se incentiva. No se crea con eso, pero se incentiva. Por ejemplo, las discusiones, si usted agarra la “Suma Teológica de Santo Tomás”, cuando él quiere tratar un problema, dice: “parece que” y pone todas las opiniones contrarias a las diferencias, y después discute con ellas. Es un método intelectual para darme paso adelante, pero teniendo en cuenta todas las cosas que no están de acuerdo conmigo.
—“Para ser un mal cristiano es mejor ser ateo”, ¿es así?
—Mal ateo o buen ateo, hay que ser buena persona. Es verdad que el escándalo de los malos cristianos hace tanto daño.
—Si lo interpreto bien entonces, para ser un mal cristiano es preferible ser un buen ateo, ¿así sería completa?
—Si me traen un buen ateo y un mal cristiano, les digo: “vení conmigo y charlemos”. Si me traen un mal cristiano, le digo: “tenés que cambiar de vida y lo reto”. A un buen ateo le hablo y charlo de ponerme de acuerdo en camino a seguir juntos, lo cual no quiere decir que lo convenza, pero caminemos juntos. Un mal cristiano tiene que cambiar de vida. La conversión de las conductas, la hipocresía es una de las cosas que a Jesús más le daba. El capítulo 23 de Mateo es una maravilla, no sé cuántas veces dice: “hipócritas, hipócritas, hipócritas” que por un lado decís esto y por otro hace lo otro, esos son malos cristianos. Y por otro lado estafan o, por ejemplo con el personal de servicio: cristianos que van a misa todos los domingos y no le pagan lo justo a personas de servicio. Un ejemplo chiquito, pero la incoherencia del mal cristiano es escandalosa, la armonía buena de la buena voluntad de un ateo no escandaliza, “¡qué buen hombre! lástima que no crea”.
“El populismo siempre reduce un pueblo a una idea y a una dictadura o algo criminal. A mí me gusta distinguirlo del popularismo, que es la cultura de los pueblos con sus riquezas”
—¿Es pecado ser ateo y puede ir un buen ateo al paraíso?
—Volvemos al infierno y a la perdición. Un ateo que busca sinceramente no está afuera, está caminando, está buscando sinceramente sentido a la vida, por no decir Dios, está buscando. El asunto es la búsqueda. Y un cristiano que no busca es un estancado. Y no olvidemos que el agua estancada es la primera que se corrompe, y cuando un cristiano se estanca, ¡qué podredumbre hay!