El esqueleto reconstruido de un descomunal dinosaurio triceratop de 8 metros de largo quedó en manos de un multimillonario paleo-aficionado estadounidense, cuando se bajó el martillo ante la oferta contundente de 6,6 millones de euros (gastos incluidos).
La compra no se realizó en una sala de remates convencional sino en una subasta exclusivísima en un hotel de París, el Drouot, que cada año atrae a coleccionistas ricos y apasionados por especímenes naturales de gran porte.
Esta operación establece un nuevo récord en la compra-venta de un fósil de 66 millones de años de antigüedad, que arrancó con una oferta de 1.2 millón de euros hasta trepar por las ramas como la misma especie herbívora que estaba en juego.
La mala prensa del triceratop (nombre que significa “cabeza horrible de tres cuernos") no intimidó en absoluto a los 11 presentes que se disputaron quién se llevaría a casa el impresionante ejemplar que se encuentra en un notable estado de conservación: el 60% de su esqueleto está completo y tiene el 70% de su cráneo intacto.
Desde el precio de base, la “corneada” estuvo sumamente reñida entre los once clientes que se habían inscripto a la operación privada, hasta que el precio ofrecido por el “representante” del magnate estadounidense (5,5 millones, más gastos) hizo que el resto tirara la toalla y cayera el martillo. Todo el procedimiento estuvo controlado por un subastador, Alexandre Giquello.
De la mano de su nuevo dueño –aún desconocido, como suele suceder en las subastas, por lo menos durante los primeros días-, el triceratop, a quien el comprador bautizó “Big John”, volverá entonces a Estados Unidos ya que este increíble ejemplar fue hallado en 2014 en Dakota del Sur, al norte de Estados Unidos.
“Yo no me esperaba este resultado”, dijo visiblemente sorprendido Iacopo Briano, el experto en paleontología e historia natural que supervisó la puja.
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El magnate estadounidense “se enamoró del encanto del esqueleto" y no quiso dejar de estar presente en el negocio, destacó su emisario que se encargó de aclarar que el ejemplar “completará la colección personal de su comprador”.
Sin embargo, el subastador que se negó a revelar el nombre del afortunado, añadió que, por la conversación que mantuvo con el comprador, también era posible que el nuevo padre de Big John prestara, donara o incluso expusiera a su nueva criatura en un museo.
Esta en la novena vez que un dinosaurio de esta envergadura queda en manos de privados fanáticos de la paleontología dispuestos a pagar por un ejemplar los millones que ningún museo público o centro científico privado tiene, algo que sin duda, les fastidia.
El Hotel Drouot, en donde suelen hacerse subastas de arte, ya organizó algunos otros remates-paleo muy exitosos: en 2018 vendió un T-Rex por 1,4 millón de euros y, en 2020, otro similar por 3 millones de euros.
El récord mundial de venta de un tiranosaurio Rex, de todos modos, se registró en Nueva York, en 2020, cuando un comprador también enigmático (¿el mismo de Big John?) desembolsó US$ 31,8 millones para quedarse con el esqueleto de un ejemplar de estos animales extintos del Cretácico.
Big John, un súper dinosaurio cabezón
Big John es un ejemplar único por su estado de conservación pero también por el tamaño atípico de su cabeza.
El triceratop vivió durante el cretácico superior, último período de la era de los dinosaurios. Ejemplares como éste, evolucionaron en una franja continental desaparecida, Laramidia, que unía Alaska con México.
Se cree que Big John murió en un pantano y que el barro protegió el esqueleto, envolviéndolo en una especie de costra que logró conservarlo durante millones de años, en un estado que no manifestó actividad biológica.
El esqueleto fue restaurado durante un año en un laboratorio especializado de Trieste, en Italia, pero también colaboraron las universidades de Boloña y Chieti. Entre todos los especialistas analizaron el cráneo excepcional del animal, de un tamaño entre 5 y 10% más grande que los de otros 40 triceratops que ya fueron descriptos por la comunidad científica.
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