El conflicto por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas quedó estancado por 40 años luego de la guerra de 1982. En ese sentido, el medio británico The Guardian apoyó el reclamo de Argentina y criticó al sistema imperialista de Reino Unido.
“La soberanía británica sobre las Malvinas es una absurda resaca imperialista que debe terminar”, tituló el periodista británico Simón Jenkins en su columna de opinión publicada en el medio inglés el pasado jueves 7 de abril.
Luego de una cronología de los hechos que derivaron en el desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas y el inicio del conflicto bélico el 2 de abril de 1982, Jenkins criticó el discurso de Reino Unido que utiliza el concepto de la “autodeterminación” de los isleños para justificar la presencia británica en los territorios del Atlántico Sur y consideró a esto como una “pista falsa”.
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“Los isleños no son autónomos, ya que dependen de la buena voluntad de Gran Bretaña para su seguridad”, explicó el periodista británico.
De esta manera, el reportero de The Guardian recordó que el Gobierno británico se “deshizo de Hong Kong cuando convenía al interés nacional”, pero la situación fue distinta con Malvinas”.
Así, Jenkins denunció: “Gran Bretaña ganó la guerra, pero ahora se ve obligada a mantener una base militar en el Atlántico Sur, mientras que todo lo que Argentina tiene que hacer es sonreír”.
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El periodista fue aún más contundente con sus críticas diplomáticas y concluyó: “Si los políticos de Londres no tienen las agallas para buscar un trato con Buenos Aires, quizás los isleños deberían enfrentar el futuro y buscar uno para ellos”.
Una cronología de las negociaciones diplomáticas
Jenkins realizó una cronología de las negociaciones diplomáticas entre Gran Bretaña y Argentina, por lo que dejó en evidencia que el conflicto bélico de 1982 se llevó adelante por una necesidad de reafirmar el poder por parte de la en ese momento primera ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher, y el expresidente de facto argentino Leopoldo Fortunato Galtieri.
Pese a que se había avanzado con las negociaciones entre ambas naciones en Nueva York, Thatcher apeló a la “autodeterminación” de los isleños y fundamentó el conflicto bélico con la defensa de la seguridad de los ciudadanos de Malvinas. Sin embargo, en un momento, hasta se habían establecidos programas de trabajo conjunto y una línea directa de vuelos entre Malvinas y Argentina.
40 años después de la guerra, los isleños conmemoran a la batalla como una “invasión argentina”, que intentó atentar sobre el derecho británico en las islas.
“La guerra le costó a Gran Bretaña alrededor de 2800 millones de libras esterlinas (9500 millones de libras esterlinas en valor actual) y la defensa de las islas cuesta más de 60 millones de libras esterlinas al año”, destacó Jenkins.
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