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Pandemia de coronavirus

Varados en su patria: más de mil argentinos piden volver a Europa

Residen en Holanda, Polonia, Bélgica y Noruega, entre otros países, y se quedaron atrapados cuando visitaban a sus familias en Argentina. Dicen que allí los esperan sus trabajos y sus hogares.

Argentinos residentes en Europa varados Cedoc Perfil 20200512
Más de un millar de argentinos que visitaban el país se quedaron sin poder regresar a sus casas en Europa | Cedoc Perfil

Son argentinos, poco más de un millar, y están varados en su propio país porque no viven aquí, sino en Europa, y quieren retornar a sus vidas. No obstante ello, se encuentran en una suerte de limbo, sin el pleno respaldo de las embajadas de los países donde residen —salvo excepciones—, porque no los consideran ciudadanos nativos, ni el apoyo de su Cancillería, la argentina, dedicada a resolver la situación de los miles de compatriotas que siguen afuera.

Mayormente, se trata de argentinos que hace tiempo rehicieron sus vidas en países como Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Polonia y Noruega, entre otros. En la página de Facebook que los reunió, en medio de esta crisis en común, el último registro indicaba que eran 1065. Pero también allí los números cambian en forma permanente. Unos pocos  logran conseguir algún vuelo y otros toman su lugar. Residentes en el extranjero que, hasta ese momento, no se habían conectado con el resto. La gran mayoría vive en países a donde no llegan los vuelos humanitarios o lo hacen con escasa, casi nula, frecuencia.

Argentinos varados en el exterior: un largo camino a casa

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Como Alejandro Aquino, que arribó al país el 8 de marzo, proveniente de Bélgica, donde lo espera su esposa, su casa y un trabajo que no sabe "por cuánto tiempo más me lo van a guardar". Cuenta que todos los años visita a su familia en el país que lo vio crecer y formarse y, en esta ocasión, aprovechó también para realizar trámites pendientes.

Pero la pandemia lo atrapó: tenía pasajes para volver el 15 de abril y ahora no sabe cuándo lo hará. Él y otros 24 residentes en Bélgica que comparten un grupo aparte, como existen también los de extranjeros y residentes alemanes varados en Argentina o los que desean volver a Noruega y la lista continúa.

"Desde el momento en el que me considero varado, me pongo en contacto con la embajada. Ellos ya estaban organizando los vuelos de repatriación, que son pagos, incluso por la misma empresa que canceló los pasajes", describe Alejandro. Y señala que le dio "muchísima bronca" que no reconocieran a los residentes con los mismos derechos que un ciudadano: "No le encuentro lógica. Ellos me decían que no encontraban un problema en que yo fuera un argentino varado en Argentina. Pero yo tengo a mi familia y mi casa allá, resido allá".

Alejandro Aquino arribó al país el 8 de marzo, proveniente de Bélgica, donde lo espera su esposa, su casa y un trabajo que no sabe "por cuánto tiempo más me lo van a guardar"

Alfredo Ciucio tuvo una experiencia similar. Vive en Bélgica desde los 18 y hoy, a los 65, hace cuatro que se jubiló tras trabajar seis días a la semana por años en el rubro de la gastronomía. Su esposa y sus dos hijas siguen en Amberes. Afirma ser "más belga que argentino, tengo muchas de sus costumbres, una vida hecha allá" y aún así no lo auxiliaron,

Desde que se retiró, todos los años visita a su madre, de casi 90 años, en la Argentina. También a sus hermanos. Permanece mes y medio a dos meses y regresa a Europa. Lo hubiera podido hacer de no ser porque su madre se cayó y se rompió la rótula, lo que lo obligó a cambiar la fecha de su pasaje del 9 al 24 de marzo, y se quedó varado. Luego se conoció el decreto que cancela todas las operaciones comerciales hasta septiembre y ya no tuvo más respuesta de la aerolínea.

Al igual que Alejandro, cuenta con la suerte que no tienen algunos extranjeros varados en la Argentina o muchos compatriotas que siguen en el exterior: una familia y un techo donde refugiarse. Lo que no atempera la necesidad de volver a donde ellos sienten que está su hogar. "Yo no estoy mal acá pero vivo encerrado, con miedo de salir, porque puede ser muy peligroso para mi mamá. Salgo a hacer las compras porque estoy obligado pero temo lo que puede suceder si me infecto. Por eso quiero irme lo antes posible", indica Alfredo.

"Muchos pueden encontrar paradójico que, estando acá, donde el virus no golpeó con tanta fuerza como en Europa, nosotros nos queremos ir para allá, pero lo que hay que entender es que no se trata de que queremos sino que tenemos que irnos —remarca Alejandro—. Esto es una pandemia, el virus ya está instalado en todo el mundo y se trata de seguir viviendo, tomando las precauciones para volver a la normalidad."

Varados en los confines del mundo: los argentinos en lugares difíciles de alcanzar

Constanza vive en Polonia aunque ahora se encuentra a miles de kilómetros de distancia, en el interior de la Provincia de Buenos Aires. Imposibilitada, incluso, de alcanzar Ezeiza si surgiera un vuelo a casa. Tenía pasaje para retornar con Iberia a Berlín el 22 de marzo y de allí por tren a su hogar pero le cancelaron en cuatro oportunidades. Tampoco pudo abordar el único puente humanitario que gestionaron las autoridades diplomáticas polacas el 1 de abril y luego le recomendaron que probara suerte con otros consulados. La respuesta es siempre la misma: priorizan a quienes viven en esos países, nativos y residentes. En paralelo, ninguno de los pasajes que le ofrecen las aerolíneas tienen fecha anterior a septiembre, sujetos a las circunstancias.

"Es medio año después de la fecha en la que pensaba volver. Imaginate que te obliguen a quedarte seis meses exiliado de tu vida, lejos de tu casa, de tu pareja, de tus hijos, en mi caso, sin poder trabajar —sostiene—. Hoy, mi única oportunidad es confiar en el consulado de Polonia para que ellos puedan encontrar alguna vía que me permita volver a casa porque, como yo, hay cientos de ciudadanos de distintos países, muchos de ellos sin representación consular siquiera, que quedamos atrapados en un abismo de incertidumbre. Solo les pedimos que nos ayuden a volver".

"Imaginate que te obliguen a quedarte seis meses exiliado de tu vida, lejos de tu casa, de tu pareja, de tus hijos, en mi caso, sin poder trabajar"

"Cada uno quiere regresar a su lugar de residencia", manifiesta Ismael Ferrero, astrónomo, investigador de la Universidad de Oslo. Y destaca que son más que el millar que figura en Facebook porque muchos están varados con sus familias. En su caso, su esposa, una arquitecta freelance, y sus hijas, de seis y uno. Transitaron parte de su estadía en la casa de sus padres, en Córdoba, y luego se mudaron a San Rafael, al hogar de sus suegros. "Es insostenible", se lamenta.

Tres veces les cancelaron los pasajes de retorno y la única oportunidad que se le abrió, gracias a las gestiones de la embajada de Noruega, no la pudieron aprovechar porque les avisaron con apenas 48 horas de anticipación y era imposible cruzar el país en ese lapso y con tantas restricciones. Así y todo, destaca la labor de los diplomáticos nórdicos y que los hayan incluido en una lista de espera. "Aquel vuelo se vendió en 20 minutos", rememora.

Su principal preocupación, hoy, es la escuela de su niña mayor. Noruega ya reabrió las escuelas y está perdiendo días de clases. Y asegura no temer al virus "porque es más temeroso estar acá. Lo económico va a ser un desastre y todavía no pasó lo peor."

MB / DS