La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) dio a conocer su índice trimestral, el cual indica que de cada $100 de renta que genera por hectárea un productor agrícola, $62,60 es lo que representan los distintos impuestos.
Este índice es 3,4 puntos porcentuales más alto con respecto al publicado en diciembre de 2020. “Esto se explica por varios factores: aumentos de impuestos fijos municipales y provinciales; suba de costos en pesos y en dólares de labores y fletes; incrementos de precios de fertilizantes; baja del precio disponible del trigo; y reducción de los rindes estimados por efecto de la sequía”, explica David Miazzo, economista jefe de FADA.
Campo, Estado, inflación e impuestos: ¿quiénes son los formadores de precios?
El informe realiza la medición nacional haciendo un promedio ponderado de cultivos, que marca que el Estado se queda con el 62,6% de la renta agrícola. En el análisis del grano, la participación del Estado es de 66,9% en soja, 52,3% en maíz, 70,9% en trigo 70,9% y 46,6% en girasol.
En diálogo con Super Campo, Miazzo sostuvo que en marzo del año pasado el índice era del 67,4% “debido a que habían caído los precios internacionales, que se sumaron al aumento de los derechos de exportación en soja. En junio ascendió a 68% y en diciembre bajó a 59% por la mejora de precios. Con rendimientos normales y menores derechos de exportación, seguramente este indicador hoy alcanzaría los 55% o 56%”.
Presión tributaria
Miazzo agregó que “en otros países la carga tributaria es sustancialmente menor, porque no hay derechos de exportación. Acá, la soja paga sobre el precio bruto un 33% de derechos de exportación y eso no existe en Uruguay, Paraguay, Brasil y Estados Unidos. Los derechos de exportación se aplican antes de que al productor le ingrese un solo peso. En ese sentido, la carga tributaria no tiene comparación a nivel internacional”.
“Se suele decir que la presión tributaria es mayor en los países desarrollados y eso así cuando se calcula el nivel de recaudación con respecto al PBI. La diferencia es que no tienen casi el 50% de sus economías en negro. Cuando se mide la alícuota efectiva formal, como pasa en la soja porque va casi toda a exportación, se comprueba que la carga impositiva es mayor”.
LM