OPINIÓN

1985: la Argentina del Juicio a las Juntas militares

El concejal del bloque de la Unión Cívica Radical analiza el aniversario de un hito en la historia del país y del mundo: los 40 años del proceso judicial sobre nueve de los diez integrantes de las tres primeras Juntas Militares de la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983)

Juicio a las Juntas Militares Foto: NA

El ciclo de 40 años es, en historia, parte de teorías que intentan explicar los cambios generacionales que vuelcan sus efectos en la política y la sociedad. El número también está presente y de manera prolífica en el campo religioso, como en el caso de Moisés al atravesar el desierto –40 años– o el del propio Jesús de Nazaret, con sus ayunos y privaciones –40 días–.

No pocos usaron este ejemplo para intentar caracterizar a la Argentina que, en el 2023 y tras cuatro décadas de la trabajosa y esforzada recuperación democrática, se lanzaba con desesperación a lugares desconocidos. Javier Milei y los suyos empujaron la interpretación colectiva en su favor: ellos venían a desplazar a la casta, a darle un vuelco histórico al país y sacarlo de su pantano.

Milei no era el comienzo de algo nuevo, sino, como a menudo repite también Jorge Fontevecchia, la espiralización y potenciación del régimen anterior. Los hechos hablan por sí mismos y la casta, con Milei, no hizo otra cosa que captar más poder, a costa de las mayorías. Lo verdaderamente nuevo, que tal vez esté en estado germinal, habrá de aparecer después de este proceso.

Mañana, 9 de diciembre, se cumplirá otro aniversario, el de la histórica sentencia contra las Juntas Militares. Aquella epopeya nos interpela e incomoda más de lo que pueda decirse con comparaciones livianas y superficiales, esas que veremos en los fríos comunicados institucionales de nuestros días.

El Juicio a las Juntas contiene tres mensajes que nos hablan directamente.

En primer lugar, la férrea decisión política. Las grandes horas de las conquistas humanas necesitan de intérpretes con el coraje y la sabiduría necesarios. Raúl Alfonsín fue ese líder, ese hombre que la Argentina necesitaba. Desde su oposición en soledad a la guerra de Malvinas potenció su fortaleza y su integridad; en la campaña, fue el candidato que apoyó su propuesta electoral en el juicio al pasado oscuro, en la aplicación del Derecho y la Constitución a quienes cometieron las peores atrocidades, sean guerrilleros o militares. “No se puede reconstruir la Argentina sobre la base de claudicaciones morales”. Duras palabras para los especuladores de nuestros días.

 

Reparar o castigar

 

En segundo lugar, la construcción intelectual y jurídica de ese proceso. No había ningún ejemplo histórico que pudiera servir de base: nunca un pueblo, con sus propias autoridades civiles, juzgó a su propia cúpula militar. Ahí Raúl Alfonsín, con la humildad de los mejores, se apoyó en los mejores cuadros de la intelectualidad jurídica. Así fue que trabajó en estrecha vinculación con Santiago Nino, Malamud Gotti, Genaro Carrió, Martín Farrell, entre otros. Subrayemos: para juzgar semejantes atrocidades, Alfonsín apeló a la razón, la ley y la búsqueda de justicia. Y fue a buscar, para tal tarea, a los abanderados de la academia, provenientes todos de la Universidad Pública.

En tercer y último lugar, el compromiso ciudadano. Esta cualidad se verifica en distintos ejemplos. Valentía, convicción y patriotismo tuvieron los integrantes de la Conadep, presidida por Ernesto Sábato, que relevaron datos y tomaron contacto directo con el horror de los crímenes perpetrados por la dictadura, todo ello condensado en el informe “Nunca Más”. Con esas dos palabras terminó su alegato otro corajudo, el fiscal Julio César Strassera, inmortalizando ese momento previo al griterío de las gradas, largamente trabado y resistido, colmadas por ciudadanos deseosos de justicia. Así también obraron los seis magistrados que integraron aquel tribunal. Y todas esas individualidades, desde Alfonsín hasta los jueces, pudieron realizar su obra gracias a que por detrás había un pueblo resuelto a transitar ese camino de democracia y justicia, como lo demostró en cada uno de los multitudinarios actos y marchas en defensa de las instituciones. Mensajes que la historia envía al presente y a todos nosotros, aunque con destinatarios puntuales: Alfonsín, a los radicales; jueces y fiscal, a los magistrados de hoy; los miembros de la Conadep, al argentino común.

Aquella transición es el espejo más digno para mirarnos. La Argentina del juicio no es sólo la del proceso judicial contra los militares. Es el país de los que se atrevieron a luchar y pensar por su presente y futuro. Pasaron cuarenta años: el sueño de una Argentina libre e igualitaria está aún entre nosotros.  

* Concejal Bloque UCR