Por intoxicar con botulismo, van a juicio la fabricante y el vendedor de un escabeche de jabalí

A comienzos del 2020 Micaela y Miguel, dos turistas provenientes de Buenos Aires que vacacionaban en San Marcos Sierras, compraron en un negocio regional un frasco de escabeche de jabalí.

A los días, usaron parte del jugo de la conserva para cocinar. Con el correr de las horas, Micaela se descompensó y estuvo internada en coma en el Hospital MIlitar de Córdoba. El diagnóstico: botulismo. Durante un mes estuvo en riesgo de vida. 

Miguel presentó síntomas menores porque alcanzaron a inyectarle el antídoto de la toxina, aunque también se temió por su vida.

Ambos padecen secuelas a raíz de esa intoxicación alimentaria. 

Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología) retiró la conserva del mercado.

Con el patrocinio de la abogada Karina Zeverin, los damnificados iniciaron una causa judicial. El fiscal de Bell Ville, Nicolás Gambini imputó y recientemente elevó a juicio el expediente contra la fabricante de la conserva, Norma Teresa Coatti; y quien la vendió, Walter Bruno Archilla, propietario de “Almacén Serrano”. 

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Coatti está acusada del delito de “adulteración de sustancias alimenticias destinadas al consumo de una colectividad de personas culposa y distribución de sustancias alimenticias peligrosas para la salud culposa, ambas con resultado de enfermedad”.

Y Archilla, de “comercialización de sustancias alimenticias peligrosas para la salud culposa, con resultado de enfermedad”.

Si bien el consumo del producto ocurrió en San Marcos Sierras, intervino la Fiscalía de Bell Ville porque el establecimiento fabril “Fatto en casa” está en la ciudad de Monte Maíz. 

Lo que detectó la justicia es que Coatti elaboraba su producción en forma negligente, sin tomar los recaudos de higiene necesarios y sin contar con los permisos y habilitaciones pertinentes. Analizando la documentación se determinó que las autorizaciones estaban vencidas. Sin embargo, continuó con la elaboración de escabeche de jabalí vendiéndolo al público y sin el procedimiento para eliminar la bacteria “Clostridium Botulinum”, causante de la enfermedad mortal para el consumo humano conocida como botulismo.

Se constató que lo elaboraba mediante un procedimiento casero de autoclavado insuficiente para eliminar dicha bacteria, contaminando de este modo el producto tornándolo nocivo para el consumo humano.