VOLADURA DE LA FÁBRICA MILITAR

Tres testimonios de víctimas que dan cuenta de las cicatrices que perduran en Río Tercero

A 25 años del atentado que se cobró la vida de siete personas, ciudadanos recuerdan las circunstancias personales de ese trágico momento que vivieron el 3 de noviembre de 1995.

EL HONGO. Una ciudad entera se enfrentó a la detonación de explosivos en la Fábrica Militar que transformaron sus calles en un campo minado, con heridas aún abiertas por la falta de justicia. Foto: CEDOC PERFIL

El escape de Ery

Tan sólo siete años tenía Erika Villaverde aquella soleada mañana de 1995. Actualmente tiene 32 y sigue marcada por ese día en la que lloraba mucho; tan es así que con una “simple” explosión de un caño de escape su corazón se le acelera.

“Estaba en la cama viendo a mi mamá que se preparaba para ir a trabajar. En un momento ella se para en la puerta de mi casa e inocentemente dijo ‘explotó una garrafa’. Es que veía un humo negro que estaba tapando el sol. En ese segundo se escuchó un estruendo imposible. Yo salté y salí corriendo a las piernas de mi mamá. Mi hermanito de 5 años hizo lo mismo. Mi mamá nos llevó a la casa de mi tía, y se fue a buscar a mi papá que estaba trabajando en la Fábrica. Al tiempo lo veo a mi papá llegar en su bici, corrí hacia él, y él solo preguntaba por mi mamá. Le dijeron que había ido a buscarlo y se volvió a ir. Después de eso no recuerdo que pasó. No se cómo siguió todo, no sé a dónde fuimos; sólo sé que mi mamá fue herida, una esquirla la quemó y lastimo su pierna”, le narra a PERFIL Córdoba aún compungida. Porque la experiencia para esta estudiante de gestión y administración no termina ahí: “Para las segundas explosiones solo recuerdo que mi papá y mi mamá estaban conmigo y mi hermano. Salimos y escapamos por el campo, como yendo para Almafuerte. Con mi hermano jugábamos con las liebres, en ese momento no sabíamos lo que pasaba, mis viejos nos entretenían para que no lloráramos. De ese día recuerdo que nos subieron a un camión y nos llevaron a Almafuerte. Mi padre no quería quedarse tampoco ahí y nos fuimos a dedo hasta La Cruz”.

La remembranza de aquel 3 de noviembre no le es grata. Durante un tiempo intentó vivir en Córdoba y Buenos Aires. “Si había alguna manifestación, donde siempre usan pirotecnia, y de las más fuerte, entraba en pánico. El corazón se me acelera y quiero salir de ese lugar... Me quedaron secuelas de ese día”, expresa con el sabor amargo de que no hubo justicia.

Las remembranzas de Verónica

Verónica Giménez estaba aquella mañana trabajando en un local deportivo en la calle céntrica de la ciudad. Era un día más. Hasta que comenzó la pesadilla. Booom-Boom. Crash-Crash. Explosiones. Vidrios que caían. Y muchos gritos. “¡Es la fábrica!”, alcanzó a escuchar y un miedo la inundó. Hacía tres meses se había casado y su hogar estaba a pocas cuadras de la Fábrica Militar.

“Salí con mi moto, la gente gritaba, corría, todos íbamos a mil, los autos, desesperados, no sabíamos lo que estaba pasando. Agarré por la Savio en mi ciclomotor y volaban las esquirlas. Era un peligro. Quería ver cómo estaba mi casa”, le narró a PERFIL Córdoba y el relato tiene un sinfín de palabras porque es como si volviera a revivir aquel 3 de noviembre tristemente inolvidable para ella. Tardó diez minutos hasta llegar a su casa. “Estaba totalmente destrozada”, dice aún con pena, y agrega: “Estaba todo abierto, los portones, los vidrios rotos. Mi cama estaba llena de vidrios... Esa noche dejamos la casa como estaba, abierta, y nos fuimos a Tancacha, con gente conocida. No pude dormir por el miedo. Al otro día volvimos y empezamos a arreglar como pudimos nuevamente la casa, con mucho miedo. Encima a mi hermana que también vivía cerca una bala le agujereó la pared donde dormían los chicos”.

Han pasado 25 años y aún tiene bronca porque nunca hubo justicia. “Fueron dos explosiones. Siempre esperamos por justicia, y recién ahora dicen que habrá resolución cuando el hombre ya tiene 90 años, es una burla”.

Silvio y sus “tormentas”

“Estaba en segundo grado de la Escuela José Matías Zapiola, que está a unos 400 metros de la Fábrica Militar. Era el recreo y de pronto sentimos la explosión. Y empecé a ver a las seños corriendo, todas ensangrentadas, tratando de buscar a todos los alumnos. Fue muy feo, son imágenes que no olvido más”, comienza a relatarle a PERFIL Córdoba Silvio Volonte, que hoy tiene 32 años y trabaja en una pinturería en el centro de Río Tercero. Cuando busca en su memoria las imágenes de ese 3 de noviembre le impactan sus recuerdos. Era un niño que junto a sus compañeros estaba asustado y tenía mucho miedo, y que de pronto vio llegar a su papá Ricardo, que hoy es jubilado de la Fábrica Militar, en la bicicleta a buscarlo.

“Mi papá me sacó de ese infierno. Aún siento las explosiones al alejarnos de la escuela. Mi casa está, porque aún vivimos ahí, a cuatro cuadras de la escuela. Volaban las esquirlas y una de ellas nos hizo caer de la bicicleta. Cuando llegamos a casa mi mamá, Mónica, nos esperaba asustada. El recuerdo es chocante”, relata. Silvio junto a sus padres se fueron hasta un campo y desde ahí alguien los llevó a Tancacha, donde pasaron la noche. Su narración lo lleva a lugares dispares de sus recuerdos, y anhelando que el año que viene, por fin, haya justicia, cuenta: “Me quedó la paranoia por un tiempo. Hasta los doce años le tuve miedo a las tormentas, porque me hacían recordar... En mi casa todavía hay vestigios de aquel día”.

El 24 de febrero del 2021 juzgarán a Menem por el atentado.

 

El primero de octubre, PERFIL CORDOBA anticipó que el expresidente Carlos Menem será juzgado porque el TOF2 rechazó nuevos planteos de su defensa. El objetivo es dilucidar si fue instigador o no del atentado. La fecha puede variar de acuerdo a las circunstancias sanitarias.
El juicio iba a comenzar en mayo, pero los planteos de la defensa y el Covid-19 truncaron esa posibilidad. En cuatro meses lo volverán a intentar.