Fotos: bajo el arte de Miguel Ángel, los cardenales se aislaron del mundo para buscar al sucesor de Francisco

Bajo las obras de arte que los genios del Renacimiento Miguel Ángel y Botticelli crearon en la Capilla Sixtina del Vaticano, más de 130 cardenales se reunieron "bajo llave" (cónclave) para el primer día de votaciones que buscarán al sucesor del papa Francisco.

Poco después de las 17:45 (15:45 GMT), el maestro de ceremonias del cónclave declaró "Extra omnes" -"Todos fuera" en latín- y luego cerró las pesadas puertas de la capilla del siglo XV, dejando que los 133 "Príncipes de la Iglesia" hicieran su elección en secreto.

El ritual de siglos de antigüedad, que se espera dure varios días, se produce poco más de quince días después de la muerte del papa Francisco, el jesuita argentino que dirigió a los 1.400 millones de católicos del mundo durante 12 años.

Los cardenales electores se habían reunido antes en la cercana Capilla Paulina en oración silenciosa antes de dirigirse a la Capilla Sixtina del siglo XV, donde se han colocado mesas y sillas bajo los frescos de Miguel Ángel.

Construida entre 1477 y 1480, la Capilla Sixtina se encuentra en el flanco derecho de la Basílica de San Pedro, dentro del recinto del Palacio Apostólico. Fue levantada a petición del papa Sixto IV y al parecer tiene exactamente las mismas medidas (40,5 metros de largo, 13,2 m de ancho y 20,7 m de alto) que el legendario templo del rey Salomón.

Este lugar es conocido por sus frescos, obras de Perugino, Botticelli y sus alumnos, y, sobre todo, por su bóveda realizada por Miguel Ángel, quien pintó también el célebre 'Juicio final' en la pared situada frente a la entrada, justo detrás del altar.

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Durante el cónclave, los cardenales se sientan en sillas color dorado y rojo frente a unas mesas cubiertas con manteles beige y granate. Cada puesto está identificado con el nombre del cardenal.

Al fondo se halla una urna con la tapa adornada con dos figuras que representan corderos, en la que se depositan las papeletas de voto. En el centro, hay un atril con un Evangelio abierto ante el cual los cardenales juran mantener el secreto de cuanto allí se diga.

La capilla cuenta con dos estufas conectadas a la misma chimenea de la que sale la única indicación de lo que ocurre en el interior.

En una estufa, la más antigua, se queman las papeletas de votación y las notas de los cardenales. La otra, más moderna, sirve para anunciar el resultado de la votación. De esta última, con ayuda de productos químicos, sale humo negro (si los cardenales no llegan a un acuerdo) o blanco, cuando se ha elegido a un nuevo papa.

Al fondo de la Capilla Sixtina hay una puerta que comunica con una pequeña habitación de 9 m2, permanentemente cerrada al público. 

Es la llamada "Sala de las lágrimas", donde cada nuevo papa, tras ser elegido, entra en compañía del cardenal camarlengo (a cargo de los asuntos del Vaticano durante la transición entre dos papados) y del maestro de ceremonias litúrgicas para, según la tradición, romper en llanto ante la magnitud de la tarea que le espera y vestir su primera sotana blanca, con la que será presentado al mundo.

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