La polarizada elección nacional en Chile suma un factor sorpresa y desequilibrante
El nuevo sistema de voto obligatorio movilizará a 5 millones de jóvenes de clase media, media-baja y baja que votarán por primera vez en estos comicios. Son de las generaciones milenial y Z (18 a 41 años), caracterizados por ser “antisistema”, con una alta volatilidad e ideológicamente desestructurados. Es la clave para desequilibrar cualquier predicción. Las últimas encuestas siguen ubicando a Jeannette Jara, la candidata oficialista de izquierda, como la ganadora de la primera vuelta, seguida del líder de la derecha chilena, José Antonio Kast.
La intención de voto recogida en los últimos días por las principales encuestadoras muestra en las elecciones presidenciales de Chile una tendencia clara al triunfo de la referente oficialista y figura del Partido Comunista, Jeannette Jara (29-30%), seguida por el líder de la ultraderecha José Antonio Kast (22-24%), que derivará en una inevitable segunda vuelta. Sin embargo, hay un factor nuevo en estos comicios que puede alterar este escenario.
En el marco de la polarización izquierda-derecha, los analistas coinciden en que la principal fuente de incertidumbre y potencial “sorpresa” para esta jornada es el reingreso del voto obligatorio. Este cambio estructural moviliza un bloque de aproximadamente 5 millones de electores que, en el período de voto voluntario, se mantenían históricamente al margen.
Este grupo, cuyo comportamiento es sumamente volátil e ideológicamente desestructurado, es la clave para desequilibrar cualquier predicción, explican. Contrario al votante habitual, que suele ser mayor y de segmentos socioeconómicos más altos, el bloque de los “votantes obligados” se caracteriza por un perfil que tiende a ser más joven.
Aunque no son exclusivamente adolescentes, existe una sobrerrepresentación de las generaciones milenial y Z (18 a 41 años).
Predominan los perfiles de la clase media, media-baja y baja. Son votantes que, según expertos, priorizan el pragmatismo (seguridad, costo de vida, migración) por sobre la ideología tradicional, reflejando un profundo desapego con la política partidaria.
Este perfil joven y de sectores populares confiere al voto obligatorio un carácter altamente antisistema e infiel. Los expertos consideran que pudo haber votado por la izquierda en 2021 (por Gabriel Boric) como opción de cambio, y hoy pueden ser el motor de candidaturas disruptivas de oposición, como las de Franco Parisi (Partido de la Gente, PDG) o Johannes Kaiser (Partido Libertario), atraídos por posturas anti-élite y radicales.
Meros indicadores. La volatilidad de este segmento hace que las encuestas previas a la veda electoral sean meros indicadores. La sorpresa se daría en la magnitud de su participación y el destino de su voto, afectando directamente el escenario de segunda vuelta.
1. Fragmentación de la derecha: el ascenso de Johannes Kaiser (libertario de ultraderecha) podría consolidarse con el voto obligado, fragmentando la base de José Antonio Kast.
Si el electorado más joven y radical se divide entre Kaiser y Kast, se abre una ventana de oportunidad para que Evelyn Matthei (centro-derecha) logre un repunte, consolidando el voto más moderado y disciplinado de su sector, permitiéndole pasar a segunda vuelta.
2. Castigo al oficialismo: la candidatura de Jeannette Jara (oficialismo/izquierda) enfrenta un alto “antivoto” y la carga de representar la continuidad en un momento de alta demanda social por el orden y la seguridad.
La masiva afluencia de votantes históricamente indiferentes podría traducirse en un voto de castigo contra el statu quo, disminuyendo drásticamente su apoyo en primera vuelta y complicando su pase al balotaje.
3. Efecto Parisi: la figura de Franco Parisi y su capacidad para capitalizar el voto de descontento mediante plataformas digitales, sin necesidad de infraestructura territorial, es una sorpresa latente. Su éxito en el pasado con el votante descontento y menos politizado lo convierte en un receptor natural de este bloque.
Mapa electoral redibujado. El factor “sorpresa” en Chile ya no reside tanto en la irrupción de un candidato desconocido, sino en la nueva composición demográfica del electorado.
El votante obligado, joven, pragmático y desapegado, ha diluido las fronteras ideológicas tradicionales. El resultado de hoy dependerá de qué candidato logre conectar de manera más efectiva con las demandas de seguridad y orden que predominan en este gran y escurridizo bloque de chilenos que acuden a las urnas bajo la obligación legal. La verdadera sorpresa será el orden exacto en que los dos candidatos pasarán a la segunda vuelta.
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