Fracaso de la convocatoria a sesiones extraordinarias
Con el envión parlamentario del último mes de diciembre, que fue testigo del fallido tratamiento del Presupuesto 2022 y la reforma del Impuesto a los Bienes Personales, el presidente Alberto Fernández convocó a sesiones extraordinarias entre el 1º y el 28 de febrero.
Pero ayer, último día hábil del mes, se terminó de confirmar el fracaso de los planes del Ejecutivo ya que no se citó a ninguna sesión en ambas cámaras, situación que no se da en el Congreso desde 2009.
En el análisis de la actividad parlamentaria, surgen varios puntos que permiten determinar por qué no hubo ninguna reunión en el recinto.
En primer lugar figura la polarización entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio que se profundizó luego del resultado electoral de noviembre y de la modificación en la conformación de ambas cámaras.
“En este Congreso sin una mayoría clara, donde nadie puede asegurar el quórum, es alto el riesgo de fracasar con una convocatoria a sesión especial y pagar costos por eso. En ese contexto, sólo pueden avanzar las iniciativas con un alto grado de consenso”, evaluó un diputado opositor en diálogo con PERFIL, ilustrando un panorama de lo que es la estructura actual en la Cámara baja.
118 diputados por el oficialismo, otros 116 legisladores de JxC y una veintena de representantes de varios partidos minoritarios que son clave en la construcción del número mágico para lograr la aprobación de cualquier ley.
En ese escenario, ningún tema que no venga previamente charlado por los distintos sectores tiene posibilidades de lograr la aprobación. En rigor, la reforma del Consejo de la Magistratura era el único que tenía el carácter de urgente y que merecía el tratamiento en extraordinarias, ante la imposición del plazo por parte de la Corte Suprema de Justicia, pero los temas judiciales son los que precisamente generan mayores obstáculos al momento de las discusiones entre oficialismo.
La explosión interna del Frente de Todos fue sin duda otro de los factores que contribuyeron al resultado final. Apenas tres días después de anunciado el primer hito en la negociación con el FMI, el 31 de enero pasado Máximo Kirchner dio a conocer su renuncia a la jefatura del bloque del Frente de Todos y revolucionó el ámbito interno, en el marco de un descontento con la estrategia del propio Poder Ejecutivo.
En ese contexto, la prioridad del oficialismo pasó a ser la reconstrucción del frente interno, la designación de Germán Martínez como nuevo jefe y el inicio del operativo para convencer a quienes amenazan con abstenerse o incluso votar en contra del entendimiento.
La demora del acuerdo con el FMI fue el tercer punto que causó la sequía parlamentaria. Más de dos meses el oficialismo y la oposición estuvieron esperando que se cumpliera la promesa que el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, había anticipado: el envío del Plan Plurianual.
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