Estos son tiempos difíciles para las fuerzas a favor de la inmigración en Estados Unidos. El presidente, Donald Trump, aprovechó este momento de confusión y distracción para emitir una prohibición de 60 días para la mayoría de las solicitudes de residencia permanente, lo que muestra que la administración tiene las mismas intenciones que en un comienzo de dirigir sus acciones tanto hacia la inmigración legal, como hacia la ilegal. El principal asesor de Trump que se opone a la inmigración, Stephen Miller, dijo que Trump intentará extender esta prohibición indefinidamente y terminar con la mayoría de la inmigración por mandato administrativo. Y debido al aumento de las tensiones con China por el coronavirus y otros problemas, los opositores a la inmigración, como el senador republicano Tom Cotton, están proponiendo que se expulse a los estudiantes chinos que estudian ciencia y tecnología en universidades estadounidenses.
Incluso si los tribunales rechazan la nueva prohibición de Trump y el exvicepresidente Joe Biden lo vence en las elecciones de otoño, la recesión económica causada por la pandemia probablemente deprimirá la migración durante años. EE.UU. se ha visto especialmente afectado por el coronavirus y seguramente sufrirá una depresión dolorosa y duradera. Eso lo convertirá en un destino menos atractivo para el talento internacional, que podría fluir a lugares menos afectados como Canadá y Australia.
Pero el coronavirus solo está dando los últimos retoques a lo que ya era una campaña altamente exitosa de restricción de la inmigración de la administración Trump. Años de retórica nativista y acoso administrativo ya habían llevado a una fuerte reducción en el número neto de extranjeros que se mudaron a EE.UU., de más de 800.000 en 2017 a solo unos 200.000 en 2018. Una serie de cambios en la política de la administración Trump ya habían frenado el flujo de refugiados centroamericanos a EE.UU.
Trump no es la única razón por la que ha disminuido la inmigración a EE.UU. La gran ola de inmigración mexicana que comenzó en la década de 1980 terminó una década antes de que asumiera el cargo. La Ley del Cerco Seguro de 2006 efectivamente construyó un muro fronterizo, mientras que el programa de Comunidades Seguras reforzó la seguridad interna y las deportaciones durante la administración de Barack Obama. Mientras tanto, las tasas de fertilidad en México cayeron bruscamente y la economía mexicana mejoró de forma moderada, lo que redujo la presión sobre los mexicanos para migrar al norte en busca de trabajo. Esta combinación de factores causó que la población estadounidense nacida en México se redujera en cientos de miles entre mediados de la década de 2000 y principios de la de 2010:
Debido al fin de la ola mexicana, se desplomó en general la inmigración poco calificada a EE.UU. Sin embargo, la inmigración altamente calificada se mantuvo sólida:
La mayoría de estos inmigrantes educados provenían de Asia. La inmigración asiática superó a la inmigración latinoamericana a mediados de la década de 2000 y los asiático-estadounidenses estaban en camino a convertirse en el mayor grupo étnico nacido fuera del país. Esa ola también podría haber disminuido con el tiempo, a medida que mejores oportunidades económicas en China e India creaban alternativas al sueño americano. Pero las políticas restrictivas de Trump la han sofocado prematuramente.
Por lo tanto, la inmigración estadounidense se ve limitada por una notable confluencia de eventos: el crecimiento económico y la disminución de la fertilidad en otros países, el éxito político de los nativistas estadounidenses y la pandemia de coronavirus. Esto se combinará para producir una pausa migratoria duradera similar a la que comenzó en la década de 1920, cuando las leyes nativistas, y más tarde la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, sofocaron la inmigración durante una generación.
En el corto plazo, la reducción de la inmigración probablemente no afectará mucho la economía. En tiempos normales, la inmigración altamente calificada estimula los mercados laborales y los ingresos fiscales locales, mientras que la inmigración poco calificada los deja prácticamente sin cambios. Pero con el empleo y el crecimiento limitados por la pandemia y la depresión, es poco probable que incluso la inmigración calificada estimule el crecimiento económico. Por lo general, la presencia de inmigrantes calificados ayuda a crear grupos de conocimiento en áreas urbanas, donde las ideas se pueden intercambiar fácilmente y los empleadores locales tienen acceso a un amplio grupo de talentos; pero cuando todos trabajan desde sus casas, estos efectos locales no importan. Y los ingresos fiscales se verán limitados por los cierres de empresas en quiebra. El principal sector que sufrirá a corto plazo es, irónicamente, el sistema de salud debido a la escasez de enfermeras extranjeras que quieren venir a EE.UU. a ayudar a tratar a pacientes con coronavirus.
A largo plazo, los resultados de una pausa migratoria de una generación de duración serán más evidentes. Debido a la caída de la fertilidad en EE.UU. y al envejecimiento de la población, habrá menos trabajadores jóvenes disponibles para apoyar a los jubilados. Se vaciarán más lugares en el centro del país y se convertirán en ciudades fantasmas a medio habitar, llenas de resentimiento y heroína. Las industrias de tecnología de la información y biotecnología, incapaces de reclutar a los mejores y más brillantes de India, Nigeria y Vietnam, reducirán los planes de expansión, trasladarán las operaciones al extranjero o simplemente serán derrotados por sus competidores de China y otros países. Y la investigación científica, la columna vertebral de la prosperidad y la supremacía industrial de EE.UU., declinará sin los estudiantes de postgrado extranjeros y los trabajadores con visas temporales que apoyan el sistema de investigación.
El impacto en la capacidad de EE.UU. para competir con China será especialmente grave. Con solo una cuarta parte de la población de su gran rival, el arma no tan secreta de EE.UU. siempre fue su capacidad de mantener creciendo a su población a través de la inmigración y mantener su liderazgo en la industria tecnológica mediante el reclutamiento de extranjeros calificados. Con la inmigración detenida, EE.UU. tendrá muy pocas ventajas en la guerra fría tecnológica, científica, económica y geopolítica que se está perfilando. Aquellos en el Gobierno chino que buscan tomar el lugar de EE.UU. como la principal potencia mundial, solo pueden estar satisfechos con este giro de los acontecimientos.
La inmigración de todos modos iba a disminuir, pero no había necesidad de cerrar el país de la misma manera que en la década de 1920. Los resultados de las acciones de Trump no se sentirán de inmediato, pero eventualmente erosionarán los cimientos de lo que hace de EE.UU. una nación excepcional.