Comunicar la filosofía del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no es tarea fácil. Tras seis meses en la presidencia, ahora está en busca de su cuarto secretario de Prensa. Las disputas internas sobre la manera de manejar a los medios de comunicación, alimentadas por las profundas sospechas del presidente sobre el cuarto poder, así como por la enorme influencia de sus fervientes hijos ideológicos, complicaron el trabajo de enlace de la prensa con el gobierno.
La primera persona en el cargo, una resaca de la administración anterior del presidente Michel Temer, duró menos de dos meses. El primer nombramiento de Bolsonaro para el puesto, el teniente coronel Alexandre Lara, tampoco duró demasiado. El martes, su reemplazo, Fernando Diniz, renunció después de estar solo un mes en el cargo. El palacio presidencial no respondió a una solicitud de comentarios para este artículo.
Al igual que el presidente Donald Trump, Bolsonaro regularmente apunta sus dardos a los medios de comunicación, pero la puerta giratoria de los secretarios de Prensa en Brasil tiene otras raíces. Detrás de escena, existen profundos desacuerdos sobre cómo asignar fondos públicos para contratos de publicidad, con Carlos Bolsonaro, el segundo hijo del presidente, presionando por dinero para sus almas gemelas ideológicas. Los hombres que renunciaron citaron "incompatibilidades" como la razón de sus salidas.
En Brasil, el secretario de Prensa informa al secretario de Comunicaciones, que forma parte de la secretaría de Gobierno. La semana pasada, el presidente despidió al general Carlos Alberto Santos Cruz, secretario responsable de administrar el presupuesto de marketing del gobierno. Una de las razones de su despido fue el desacuerdo respecto a la dirección de esos fondos.
