Turquía y Argentina han pasado de ser los fracasados a los predilectos en el mercado de bonos.
El colapso que sacudió sus bonos soberanos el mes pasado se está revirtiendo en medio de indicios de que los responsables políticos están tomando medidas concretas para corregir los problemas de sus turbulentas economías. Después de registrar los peores desempeños a nivel mundial en agosto, los bonos de ambos países están liderando las ganancias mundiales en septiembre.
Argentina está trabajando con el Fondo Monetario Internacional para reparar sus finanzas y Turquía se ha comprometido a apoyar a sus bancos. Pero ambos países todavía están agobiados por enormes déficits fiscales y de cuenta corriente, y por políticas incoherentes que parecieron minar por completo la confianza de los analistas hace apenas unas semanas. La oscilación en la percepción pone de relieve cuánto están dispuestos a perdonar los inversionistas cuando se enfrentan con rendimientos elevados: los bonos argentinos pagan casi 6 puntos porcentuales más que los bonos del Tesoro y Turquía ofrece un rendimiento de 4,5 puntos.
"Fundamentalmente, la gente se está tomando el tiempo para analizar y decidir si dan credibilidad a las historias que el gobierno turco y su banco central o el gobierno argentino y su banco central le proporcionan a la comunidad de inversores", dijo Josephine Shea, administradora de cartera en Standish Mellon Asset Management en Boston.
Los bonos argentinos han tenido un retorno de un 11 por ciento este mes, mientras que Turquía siguió con una ganancia del 8,4 por ciento, superando fácilmente la ganancia promedio de menos del 1 por ciento para los mercados emergentes.
Mientras tanto, Turquía lideró los bonos corporativos emergentes, al tiempo que los bancos Yapi Kredi e Isbank registraron rendimientos de 19 y 17 por ciento respectivamente, superando el promedio del 0,7 por ciento del índice.
El retorno de los inversionistas a los países que estuvieron entre los bonos con peores rendimientos hace apenas un mes, se produce en un contexto en que los gobiernos de ambos países toman medidas para contener la crisis y los operadores regresan de una pausa de vacaciones con un renovado apetito de riesgo.
En Argentina, las negociaciones del gobierno con el FMI para aumentar una línea de crédito están comenzando a dar sus frutos. La moneda argentina perdió más de la mitad de su valor en 2018, lo que llevó al gobierno a solicitar un préstamo de US$50.000 millones y al banco central a elevar las tasas de interés al 60 por ciento, la más alta del mundo.
El crédito del FMI puede aumentar hasta en US$5.000 millones. "El mercado no lo esperaba", dijo Shamaila Khan, directora de deuda de mercados emergentes en AllianceBernstein en Nueva York. "Pero eso ayuda a resolver muchos de sus problemas de financiamiento para el próximo año".
En tanto, la Asociación Bancaria de Turquía dijo el 19 de septiembre que los bancos que representan el 90 por ciento de los préstamos totales en el país han firmado un acuerdo marco de reestructuración que apunta a apoyar a las empresas que luchan para pagar deudas. Los inversionistas han estado preocupados de que los bancos podrían tener dificultades para realizar pagos de la deuda denominada en dólares después de que el valor de la lira turca cayera en picada un 38 por ciento este año, el segundo peor desempeño en los mercados emergentes.
La falta de claridad puede afectar la confianza de los inversores en el futuro de la economía. Hay pocos detalles disponibles sobre el plan de Turquía para apoyar a los bancos. La historia del presidente Recep Tayyip Erdogan de enfrentarse cara a cara con los mercados -como la vez que hizo un llamado al banco central a recortar las tasas solo unas horas antes de su decisión final de subirlas- también ha inquietado a los inversores.
"Pueden tener problemas para restaurar la credibilidad", dijo Shea. "Es un signo de interrogación a muy corto plazo y todo gira en torno a la verdadera voluntad del gobierno de abordar los problemas estructurales".
En Argentina, donde el presidente Mauricio Macri dice que un acuerdo revisado del FMI apuntalará la confianza de los inversores, no está del todo claro qué es lo que atraería nuevamente a los escépticos. Incluso si las medidas de Macri envían a la economía hacia una recuperación, una política fiscal restrictiva podría poner en peligro las posibilidades de su gobierno en las próximas elecciones, lo que representa un riesgo a largo plazo para los mercados.
A pesar de todo lo que se habla sobre el renovado apetito al riesgo, una resolución está lejos de ser cierta para Turquía o Argentina, según Shea. "No creo que hayamos visto lo último en ninguna de las dos historias", sostuvo.