El Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva podría subir la meta de inflación de Brasil para 2025 en un intento por evitar las tasas de interés aún más altas que el banco central ha estado considerando para frenar las alzas de precios, según un ex integrante de la junta de la autoridad monetaria.
Fabio Kanczuk, actual responsable de macroeconomía de Asa Investments en São Paulo, ve una “alta probabilidad” de que el Gobierno eleve la meta a entre el 4% y el 4,5%, desde el nivel del 3% fijado para 2024. Esto podría dar al banco central más margen para hacer frente a una inflación que probablemente se verá alimentada por los planes de gasto de Lula.
“El mercado ve que hay una expansión fiscal, que normalmente se suma a la inflación, y la forma de evitar esto es que el banco central suba las tasas de interés”, dijo en entrevista Kanczuk, quien fue director de política económica del banco central hasta finales de 2021.
Las metas de inflación de Brasil, introducidas por el presidente Fernando Henrique Cardoso en 1999, son determinadas por el Consejo Monetario Nacional, un órgano gubernamental conocido como CMN, responsable de fijar las metas de las políticas monetaria y crediticia que aplica la autoridad monetaria. El presidente del banco central, Roberto Campos Neto, integra el consejo, pero los miembros del gabinete de Lula son mayoría, entre ellos el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, y la ministra de Planificación, Simone Tebet.
Tras mantener las metas de inflación en un 4,5% durante dos décadas, el CMN empezó a reducirlas gradualmente en un cuarto de punto básico al año a partir de 2019. Su intención era equiparar a Brasil, un país que había sufrido episodios de hiperinflación en la década de 1980, con otras economías en desarrollo en las que los precios al consumidor subían más lentamente.
El esfuerzo por consolidar niveles de inflación más bajos fue posible gracias a las reformas estructurales aprobadas por el Congreso, incluida una reforma de pensiones en 2019 que frenó el crecimiento explosivo de los gastos de seguridad social.
Una reversión de esa estrategia podría ser vista con desconfianza por los inversionistas que ya están preocupados por el gasto excesivo del Gobierno de Lula. Campos Neto dijo el año pasado que cambiar las metas de inflación de Brasil no ayudaría a la credibilidad.
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Deterioro de las expectativas
Los economistas, también preocupados por las perspectivas fiscales, han empezado a prever una inflación superior a la meta para 2025. Según una encuesta del banco central, los precios subirán un 3,5% ese año, por encima del objetivo del 3%. Han seguido aumentando estas expectativas incluso después de que Haddad presentara la semana pasada un plan para reducir al menos a la mitad el déficit fiscal primario del país, que no considera el pago de intereses, hasta situarlo entre el 0,5% y el 1% del producto interno bruto.
Kanczuk afirma que es imposible que el banco central empiece a recortar la tasa de referencia Selic, actualmente en el 13,75% anual, mientras las expectativas de inflación para 2025 sigan por encima de la meta. También le preocupa que el plan de Haddad, basado principalmente en el aumento de los ingresos públicos y menos en recortes del gasto, sea insuficiente para mantener la deuda bruta de Brasil en torno al 75% del PIB durante los próximos cuatro años, como declaró la semana pasada el secretario del Tesoro, Rogerio Cerón.
Aunque Haddad va por buen camino al intentar frenar el déficit fiscal de Brasil, Kanczuk es pesimista sobre las perspectivas económicas de la mayor economía de América Latina. Calcula que la deuda bruta alcanzará el 90% del PIB al final del mandato de Lula, y ve la economía estancada este año.
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Esto representa un duro golpe a los planes de Haddad de reducir el déficit, teniendo en cuenta que su estrategia también se basa en las expectativas de mayores ingresos públicos derivados de una economía en rápido crecimiento. Haddad dio a conocer el plan la semana pasada en una presentación llena de críticas no muy veladas al banco central, afirmando que las políticas del banco ahora tendrán un gran impacto en las perspectivas económicas del país.
El consejo de Kankzuc al banco central, que ahora tiene su autonomía inscrita en la Constitución, es que siga ignorando las provocaciones, como siempre ha hecho en el pasado.
“Los desacuerdos entre el banco central y el Ministerio de Hacienda son normales, sostuvo. “Pero no sé por qué el tono agresivo”.