El huracán Ida azotó Luisiana, en Estados Unidos, con vientos de aproximadamente 240 kilómetros por hora, empujando un muro de agua tierra adentro y dejando a más de un millón de personas en la oscuridad. Sin embargo, solo 36 horas antes de que tocara tierra el domingo al sur de Nueva Orleans, los vientos de la tormenta registraban poco más de la mitad de esa velocidad. En esas horas críticas previas a que tocara tierra, la tormenta pasó por un proceso que los científicos denominan rápida intensificación, y aquí es donde el aumento de las temperaturas juega un papel fundamental en la generación de huracanes más poderosos.
“Es un efecto conocido del cambio climático. El aumento del calor del océano está provocando que fuertes huracanes se vuelvan aún más fuertes”, dijo Greg Foltz, oceanógrafo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
La intensificación del huracán Ida significó que tocó tierra como la tormenta más fuerte que ha azotado a Luisiana, ahora en un empate triple con el huracán Laura del año pasado y el huracán Last Island de 1856. Pasaron 164 años (de 1856 a 2020) para que un huracán igualara el récord del huracán Last Island, y solo un año para igualarlo nuevamente. El hecho de que la velocidad del viento del huracán Ida aumentara en más de 56 km/h en 24 horas cumple con la definición de rápida intensificación del Centro Nacional de Huracanes.
Una serie de estudios ha demostrado que la rápida intensificación ha aumentado en las últimas tres décadas, lo que ha provocado que grandes tormentas se vuelvan aún más grandes. Por ejemplo, en las 24 horas antes de que el huracán Harvey tocara tierra en 2017, sus vientos aumentaron de 144 km/h a 209 km/h, la diferencia entre una tormenta de categoría uno y una de categoría cuatro. En 2018, la velocidad de los vientos del huracán Michael aumentó en 72 km/h en las 24 horas previas a llegar a Florida.
La razón por la que los huracanes se están volviendo más poderosos con tanta velocidad no es ningún secreto: la mayor calidez del agua del océano. “Las temperaturas de la superficie en el golfo ahora son entre 0,5 °C y 1 °C mayores a la media registrada entre 1971 y 2000”, dijo Foltz. “Esto da más potencia a los huracanes y aumenta el límite de velocidad de sus vientos”.
Ahora, los meteorólogos están monitoreando varios otros sistemas climáticos –incluida la recién formada tormenta tropical Kate– que tienen la posibilidad de formar la próxima gran tormenta que podría hacerse más potente debido a la mayor temperatura del océano.