Cuando Donald Trump asumió la presidencia en 2017, los funcionarios en Pekín vieron a un hombre de negocios pragmático: argumentaron que todo ese discurso fuerte de campaña fue simplemente una táctica de negociación, no creencias profundamente arraigadas. Sin embargo, más de dos años después, el presidente Xi Jinping se encuentra al borde de una nueva Guerra Fría que su gobierno ve avivada por los ideólogos más agresivos respecto a China en Washington. Lo que es peor, la opinión de que China es un competidor estratégico que debe ser frustrado a toda costa está reuniendo partidarios en todo el espectro político de EE.UU. cada día.
A medida que Trump continúa aumentando las apuestas con amenazas de paralizar a Huawei Technologies Co. y otras compañías sobre lo que EE.UU. asegura son riesgos de seguridad nacional en aumento, los funcionarios en Pekín están sopesando sus opciones para responder. Están avivando el sentimiento antiestadounidense y elaborando planes de contingencia para rescatar a Huawei, al tiempo que siguen pidiendo un diálogo para resolver la disputa. "No creo que haya una estrategia clara que se transmita a través del sistema", afirma Ether Yin , socio de Trivium China, una consultora con sede en Pekín. "Por un lado, los medios del partido están avivando el nacionalismo, pero los funcionarios todavía están bastante limitados en sus críticas a EE.UU.".
’Difícil saber’
Esa vacilación se debe a la incertidumbre sobre si Trump está simplemente incrementando las amenazas antes de llegar a un acuerdo, o si EE.UU. busca fundamentalmente frenar el ascenso de China como una superpotencia global. Es una pregunta que incluso los expertos en políticas de Washington tienen dificultades para responder.
"Es muy difícil saber si el esfuerzo para lidiar con Huawei es simplemente un problema de seguridad nacional o una táctica de negociación para avanzar en las negociaciones comerciales", asegura Scott Kennedy, director del Proyecto de Economía Política y Empresarial China en CSIS en Washington, quien se encontraba en Pekín la semana pasada cuando el Departamento de Comercio colocó a Huawei en una lista de entidades. La lista prohíbe a las compañías estadounidenses proporcionar tecnología crítica a Huawei sin una licencia de exportación.
"Podría ser que el NSC esté de acuerdo con las conclusiones de que el único Huawei seguro es un Huawei muerto, pero también están interesados en resolver la disputa comercial", agregó Kennedy, refiriéndose al Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., liderado por el defensor de un enfoque más agresivo hacia China, John Bolton.
Desde que las conversaciones comerciales se rompieron a principios de este mes, la administración Trump desató una serie de medidas que equivaldrían a contener a China. Además de los movimientos contra Huawei, que potencialmente podrían reducir su capacidad para ayudar a los países de todo el mundo a implementar redes móviles 5G críticas, EE.UU. también está considerando cortar el acceso a tecnología estadounidense vital a cinco compañías chinas que lideran el mundo en videovigilancia.
La respuesta de China hasta ahora ha sido en gran parte retórica. Los diplomáticos han criticado a EE.UU. por la "intimidación", y los medios estatales han llamado a la disputa comercial “guerra popular". El sentimiento antiestadounidense está aumentando en las redes sociales, con una canción viral que declara: "Si el perpetrador quiere pelear, lo venceremos".
Xi lanzó esta semana una amenaza velada cuando visitó una planta de procesamiento de tierras raras, una señal para Trump de que China puede restringir las ventas de los elementos utilizados en todo, desde teléfonos inteligentes hasta vehículos eléctricos. También pidió una “nueva Larga Marcha", recordando las luchas del Partido Comunista en la década de 1930 que prepararon el escenario para el ascenso de Mao Zedong al poder.
El gobierno de China está elaborando planes para rescatar a Huawei si es necesario, de acuerdo con una persona familiarizada con las discusiones sobre cómo responder a las amenazas a la compañía. Una opción es ofrecer asistencia financiera a Huawei, según la persona, quien agregó que aún no se ha decidido nada.
"El gobierno chino probablemente esperará a ver si hay más provocaciones de la administración Trump, pero ciertamente está enviando algunas señales", afirma Wang Dong, secretario general de Pangoal Institution, un centro de estudios con sede en Pekín, el cual ha servido como delegado chino en conferencias internacionales de seguridad. "Todo el concepto de que la administración Trump puede hacer cosas como dañar a Huawei sin salir perjudicada es absolutamente impreciso".
Los movimientos de Trump contra Huawei son parte de una competencia de grandes potencias que está surgiendo con China, la cual se encuentra explicada en su Estrategia de Seguridad Nacional de 2017. El enfoque esencialmente equipara la seguridad económica con la seguridad nacional.
Preocupaciones de la era Obama
A pesar de cierta renuencia inicial, cada vez más países europeos están llegando a la opinión de EE.UU. de que deberían evitar la incorporación de equipos Huawei en las redes 5G debido a los riesgos de seguridad que plantea la tecnología china, según un funcionario de la administración que pidió no ser identificado.
Las preocupaciones de seguridad de EE.UU. sobre Huawei y las prácticas comerciales chinas no son nuevas. La administración Obama comenzó a dar alarmas sobre las amenazas potenciales planteadas por la compañía con sede en Shenzhen, al menos desde 2010. Un informe publicado en 2012 por el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes calificó a Huawei y ZTE Corp. como posibles amenazas de seguridad, diciendo que su hardware podría ser modificado para permitir una vigilancia generalizada.
La compañía ha negado durante mucho tiempo que ayude a Pekín a espiar a otros gobiernos o empresas.
Reunión del G20
Una posible ruta para volver a encarrilar las conversaciones entre EE.UU. y China es la cumbre del G20 en Japón a fines de junio. Trump y Xi lograron establecer una tregua temporal en la última reunión del grupo en Argentina a fines del año pasado, y se espera que los líderes se reúnan nuevamente. La comunidad empresarial estadounidense considera que esa reunión es una de las últimas oportunidades para llegar a un acuerdo antes de que la campaña electoral de 2020 lo descarte por completo.
Alrededor de una quinta parte de las compañías estadounidenses en China están considerando mudar parte o la totalidad de su producción fuera del país para lidiar con las tensiones comerciales, y una tercera parte está retrasando o cancelando decisiones de inversión, según una encuesta a 239 firmas en el mercado por parte de grupos empresariales estadounidenses en China.