Con el solo hecho de sobrevivir al frente de Credit Suisse Group AG, el ingeniero oriundo de Costa de Marfil ha hecho lo que banqueros más experimentados no pudieron en lo relativo a tratar de recomponer los bancos europeos en problemas. El plan de reestructuración que ideó llega a su fin este mes, y la próxima hazaña de Thiam será demostrar a los escépticos que quien antes fuera un consultor puede hacer más que limitarse a recortar costos.
A pesar de que a Thiam le llevó tres años eliminar la obsesión del banco suizo con Wall Street y reconvertirlo en una dinámica entidad crediticia para los ultrarricos, los inversores aún no compran lo que él vende. Entre 39 acciones de bancos europeos que sigue Bloomberg, la de Credit Suisse ocupó el penúltimo lugar este trimestre.
Thiam dedicará el 12 de diciembre, día anual del inversor, a tratar de que cambien de opinión.
“Ha sido una reestructuración arrolladora, pero ahora lo que quiero ver es que Thiam pueda hacer crecer el banco y generar nuevos negocios”, dijo Javier Lodero, un analista de Zuercher Kantonalbank en Zúrich, que recomienda la compra de acciones de Credit Suisse.
Más que generar un auténtico cambio, Thiam no ha hecho más que evitar que las cosas se deterioren.
Desde su arribo, procedente de la aseguradora británica Prudential Plc a mediados de 2015, el objetivo de Thiam ha sido tan claro como firme: demoler la dependencia de Credit Suisse de la banca de inversión y crear una institución dedicada a atender las necesidades de multimillonarios.
Thiam se mostró dispuesto a ser audaz, hasta a flirtear con la venta de una participación en la unidad insignia suiza a los efectos de recuperar capital.
Conversaciones con más de una decena de empleados, ejecutivos y miembros de la junta directiva revelaron que no le llevó mucho tiempo alterar el ADN de la entidad crediticia, sobre todo si se tiene en cuenta que el banco había pasado dos décadas buscando la dominación de Wall Street. En lugar de recompensárselos por correr riesgos, se les dijo a los banqueros que ahora se esperaba que los evitaran.
Al ser un recién llegado a la banca que se hacía cargo de una entidad de 162 años de antigüedad –para no hablar del primer hombre negro al frente de un banco europeo-, Thiam necesitaba aliados para ejecutar su idea. Pronto nominó a seis miembros a la junta directiva, entre ellos otro recién llegado, Pierre-Olivier Bouée, un colega que lo siguió desde Prudential y abrió el camino para cortar negocios como la negociación de derivados y bonos problemáticos.
En tres años Thiam ha eliminado más de 10.000 empleos de jornada completa y por contratos, en su mayor parte en las mesas de negociación de Nueva York y Londres. Las ganancias producto de la gestión patrimonial crecieron 62 por ciento entre 2015 y 2017, mientras que las de la principal división de negociaciones cayeron 40 por ciento.
Personas cercanas a Thiam dijeron que no siempre es fácil ser el primer CEO negro de Suiza en momentos en que la actitud respecto de los extranjeros empeora con el ascenso del Partido Popular Suizo.
Thiam negó hace poco que fuera a abandonar las finanzas para presentarse como candidato a la presidencia de Costa de Marfil. En Prudential se convirtió en el primer CEO negro del FTSE 100. El diario suizo Blick lo apodó el “Obama de Credit Suissse” poco antes de incorporarse al banco, subrayando así las expectativas de que lograra devolver la gloria al banco. Los inversores están esperando que cumpla.
“Lo más importante en la vida es no morir”, dijo Thiam a Bloomberg Markets en una entrevista de 2016. “Primero hay que seguir con vida. Luego se puede pensar en el futuro”.