Cuba comenzará a permitir transacciones en dólares y otras divisas extranjeras en un intento por estabilizar una economía devastada por las sanciones de EE.UU., los apagones generalizados y décadas de mala gestión.
La nueva ley tiene por objeto aumentar la entrada de divisas extranjeras “y estimular la producción nacional de bienes y servicios, hasta que las condiciones económicas permitan que el peso cubano vuelva a ser la única moneda de curso legal en el país”, según el texto de la ley publicado el jueves en la Gaceta Oficial.
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El Ministerio de Economía determinará qué transacciones pueden realizarse en moneda extranjera, pero dará prioridad a las exportaciones y las industrias vinculadas a la exportación y los bienes que puedan considerarse sustitutos de importaciones, según informó el medio estatal Cubadebate.
Estos cambios “contribuirán a la estabilidad macroeconómica y proporcionarán más autonomía al sector empresarial”, afirmó el primer ministro Manuel Marrero en una publicación en X.
La economía informal de Cuba ya opera en gran medida en dólares, y el gobierno gestiona un número limitado de tiendas en las que se aceptan dólares de forma legal. Sin embargo, en medio de la amplia recesión económica, los funcionarios llevaban meses diciendo que acabarían legalizando de manera más amplia las transacciones en moneda extranjera.

Emilio Morales, presidente del Havana Consulting Group, con sede en Miami, afirmó que la medida de dolarización probablemente no ayudará a la economía sin reformas económicas más profundas.
“Todos los obstáculos para hacer negocios siguen siendo los mismos”, afirmó por teléfono. “Esto parece un intento desesperado del gobierno por captar dólares, ya que ha perdido el control de los dólares que circulan en el mercado negro”.
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La isla comunista se ha enfrentado en los últimos años a apagones masivos y prolongados, así como a una escasez severa de alimentos y medicamentos. La semana pasada, el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández fue condenado a cadena perpetua por espionaje y corrupción.
La incautación el miércoles por parte de las fuerzas estadounidenses de un petrolero sancionado frente a las costas de Venezuela también es una señal preocupante para el gobierno de La Habana. Aunque los envíos a Caracas no son tan grandes como antes, Cuba sigue dependiendo del combustible importado para evitar que su anticuada red eléctrica colapse por completo.
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El refuerzo militar del presidente Donald Trump en el Caribe y el enfrentamiento con el hombre fuerte de Venezuela, Nicolás Maduro, están añadiendo presión externa a la grave crisis interna de Cuba.
La incautación del petrolero, en particular, “aumentará la preocupación por la pérdida permanente del último de una serie de Estados benefactores que sustentan la economía de la isla”, afirmó Nicholas Watson, director general de la consultora política estadounidense Teneo, en un informe a sus clientes.
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