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ANÁLISIS INTERNACIONAL

Derechos humanos y desnuclearización de Corea del Norte

La cumbre entre Donald Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, se llevará a cabo en Hanoi la próxima semana. Si todo trascurre como lo espera el presidente de EE.UU., ambos líderes saldrán proclamando la desnuclearización de Corea del Norte, el final de la guerra de Corea, y compromisos de la comunidad internacional de negocios y de las instituciones prestamistas multilaterales para transformar la nación liderada por "el pequeño hombre cohete", según palabras de Trump, en el "cohete ec

U.S. President Trump Meets North Korean Leader Kim Jong-un During Landmark Summit In Singapore
U.S. President Trump Meets North Korean Leader Kim Jong-un During Landmark Summit In Singapore | Photographer: Chris McGrath/Getty Images/Getty Images AsiaPac

La cumbre entre Donald Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, se llevará a cabo en Hanoi la próxima semana. Si todo trascurre como lo espera el presidente de EE.UU., ambos líderes saldrán proclamando la desnuclearización de Corea del Norte, el final de la guerra de Corea, y compromisos de la comunidad internacional de negocios y de las instituciones prestamistas multilaterales para transformar la nación liderada por "el pequeño hombre cohete", según palabras de Trump, en el "cohete económico" que representa Asia.

Si bien es más probable que vuelen cerdos sobre Pyongyang, es importante considerar este sueño por una razón muy relevante pero que ha sido obviada: Trump nunca verá que Corea del Norte remplace sus puestos de lanzamiento de misiles por condominios y casinos sobre la playa, a menos que aborde los enormes abusos del régimen hacia los derechos humanos.

El pronunciamiento más fuerte de Trump sobre los terribles registros de derechos humanos en Corea del Norte fue en 2017, después de la muerte de Otto Warmbier, un universitario que fue detenido durante una visita turística al país. El presidente incluso invitó a la familia Warmbier al discurso del Estado de la Unión, para resaltar el tema. Sin embargo, desde que Trump se reunió con Kim el verano pasado, ha silenciado sus comentarios sobre los derechos humanos.

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Después de dos años de su mandato, Trump aún no ha nombrado a un enviado para los abusos contra los derechos humanos en Corea del Norte, una posición encomendada por el Congreso. Parece pensar que plantear el problema en Hanoi con Kim sería descortés y distraería su atención del tema central: la desnuclearización. El silencio de Washington ha tenido consecuencias palpables: cinco años después de que un informe de la Comisión de Investigación de las Naciones Unidas creara una oleada de apoyo para acusar a los líderes de Corea del Norte por crímenes de lesa humanidad, el Consejo de Seguridad votó en diciembre pasado en contra de plantear la cuestión a petición de China y Rusia.

Lo que Trump parece no ver es que los derechos humanos son fundamentales para su estrategia de negociación. Por un lado, detener las actividades de fabricación de bombas en Corea del Norte significa bloquear los flujos de divisas que los financian. Gran parte de ese dinero proviene de las exportaciones de mano de obra esclava del régimen y otras actividades comerciales abusivas.

Segundo, para verificar cualquier acuerdo nuclear, los inspectores deben poder moverse por el país a diferentes sitios. Eso requerirá una sociedad norcoreana mucho más abierta de la que existe hoy, tema que EE.UU. deberían promover simultáneamente a la desnuclearización.

En tercer lugar, elevar los derechos humanos puede fortalecer el apalancamiento estadounidense en las conversaciones. Durante las últimas tres décadas, Corea del Norte apenas ha bostezado cuando Washington ha condenado sus actividades nucleares. Pero cuando la comunidad internacional comenzó a destacar los abusos contra los derechos humanos cometidos por Pyongyang en 2014, el régimen de reclusión, sintiéndose vulnerable, envió rápidamente a los diplomáticos al extranjero para presionar contra las resoluciones punitivas en la ONU.

Cuarto, que Trump integre las exigencias de derechos humanos en las negociaciones sería una política inteligente en casa, dado que el Congreso se muestra muy reacio en aceptar cualquier acuerdo que no aborde esos temas.

Y, finalmente, la promesa de mejora económica que Trump hace a Kim a cambio de sus armas nucleares simplemente no será creíble a menos que haya un progreso tangible en los derechos humanos. Las resoluciones actuales del Consejo de Seguridad, así como las leyes de EE.UU., dificultan que las empresas del sector privado o las instituciones financieras internacionales se comprometan económicamente con Corea del Norte sin la certificación de que el país cumple con las normas internacionales del trabajo. Incluso a instancias de Trump, ningún abogado general de ninguna compañía de EE.UU. recomendaría invertir en Corea del Norte si los abusos a los derechos humanos en la cadena de suministro los obligara a violar la ley de EE.UU.

Hablar sobre los derechos humanos no solo es una necesidad, sino una oportunidad. Desde que se emitió el informe de la Comisión de Investigación, Pyongyang se ha comprometido silenciosamente en más esfuerzos humanitarios y en la recolección de información sobre estándares de derechos humanos. Esto podría ayudar a que los norcoreanos fueran más receptivos ante un diálogo sobre derechos humanos y estándares internacionales de salud y alimentación.

Sin embargo, no van a abarcar el tema si EE.UU. no lo hace. Si Trump mantiene en silencio el tema en Hanoi, no solamente opacaría el liderazgo de EE.UU. en temas de libertad humana sino que dificultaría mucho más la tarea de la desnuclearización en Corea del Norte.