Pese a todas las críticas que recibe actualmente la tecnología, es notable que, hasta ahora, internet haya tenido un desempeño tan sorprendente en lo que respecta al coronavirus.
Sobre todo, internet ha ayudado y ha impuesto la transparencia. Al parecer, a principios de diciembre, los gobiernos locales en China intentaron encubrir evidencia de una posible pandemia en expansión. Pero una vez que se corrió la voz en internet, el encubrimiento se detuvo casi de inmediato. El gobierno central intervino enérgicamente para implementar una cuarentena y muchas otras eficaces contramedidas. Independientemente de si esas fueron las respuestas correctas en cuanto a las políticas, acabar con el encubrimiento fue un paso necesario para limitar la propagación del coronavirus.
La información científica sobre el coronavirus se ha extendido por todo el mundo de manera sorprendentemente rápida, en gran medida gracias a internet. El virus ha sido identificado, secuenciado y rastreado en línea, e investigadores de todo el mundo están trabajando en posibles soluciones. La posibilidad de que el fallido fármaco contra el ébola, remdesivir, pueda ayudar a proteger contra el virus ya es bien conocida y el medicamento se está implementando. El concepto de utilizar un cóctel para el VIH más algunos medicamentos para la gripe contra el coronavirus también se ha difundido en internet. La última palabra sobre esas posibles soluciones aún no se ha dicho, pero internet acelera la difusión del conocimiento, junto con su aplicación.
Investigadores de India hicieron pública una afirmación de forma prematura que señalaba que el coronavirus se asemeja en ciertos aspectos vitales al virus del VIH, y en su presentación insinuaron la posibilidad de que algo siniestro estuviera sucediendo. Sin embargo, la comunidad científica en línea entró en acción, y desmintió rápidamente la teoría y, casi inmediatamente después, se emitió una retractación. Vi todo este proceso en publicaciones emitidas en menos de un día en Twitter.
Y si el virus sufre mutaciones significativas, lo que podría complicar las respuestas de salud pública, eso también se difundirá casi de inmediato en internet.
No se puede decir que no haya inconvenientes en la rápida difusión de información. Por ejemplo, la idea de comprar mascarillas parece haberse divulgado a través de internet, y dichas mascarillas son fáciles de ordenar en línea, o al menos lo eran antes de que se agotara su suministro. Es posible que la compra de mascarillas impulsada por el pánico ahora dificulte que hospitales y profesionales de la salud consigan las mascarillas que necesitan, pero si bien internet ha exacerbado algunos problemas, la respuesta dominante ha sido una prisa reflexionada.
En China, gran parte de la respuesta al virus se ha coordinado a través de internet. Por ejemplo, muchos hospitales chinos necesitan suministros médicos y donaciones. Un grupo de estudiantes de la escuela de ciencias de la computación e ingeniería de la Universidad de Wuhan creó una plataforma que permite que los hospitales divulguen lo que necesitan y que conecta a donantes con hospitales. El servicio se implementó en 40 horas y los hospitales ahora tienen un acceso mucho mayor a suministros cada vez más escasos.
Otro sitio chino, NJU FactCheck, está combatiendo información errónea y verificando datos de cifras públicas sobre el coronavirus. En Twitter, la investigadora de salud pública Helen Branswell es una muy buena fuente de información actual y basada en evidencia en inglés.
En términos más generales, gran parte de la adaptación china al virus ha involucrado a internet y la actividad en línea. Mucha más gente está trabajando desde sus hogares, las cadenas de suministro están siendo monitoreadas a grandes distancias y es posible que la telemedicina esté a punto de dar un gran salto, al menos en China. Si se preguntaba qué podría incentivar los servicios de entrega con drones y los vehículos autónomos, tal vez el coronavirus juegue un importante papel, a medida que el contacto físico entre personas en China se vuelva algo que deba evitarse. Los dispositivos vestibles para controlar la salud también pueden experimentar grandes avances, nuevamente por necesidad.
Pero aquí también hay un posible lado negativo. Por ejemplo, una "cuarentena digital" mantiene a muchos chinos, especialmente de Wuhan, dentro de las regiones sitiadas. Los sistemas computarizados que monitorean las cédulas de identidad, que se usan para tomar trenes y autobuses y para registrarse en hoteles, se han utilizado para sitiar a las personas de Wuhan que han violado la cuarentena. Es bastante fácil imaginar futuras extensiones de esas técnicas, por ejemplo, inhabilitando tecnologías de pagos y viajes compartidos, de modo que no operen fuera de las zonas en cuarentena. Las opiniones variarán en cuanto a si esas medidas se justifican.
No obstante, no importa cuál sea su evaluación neta de los aspectos positivos y negativos aquí, una cosa es clara: es mejor enfrentar esta emergencia de salud pública con internet que sin ella. Tenga esto en cuenta la próxima vez que escuche que alguien se pone nostálgico por los viejos tiempos antes de que existiera internet.