La economía de Alemania enfrenta riesgos importantes en su transición a los automóviles eléctricos, ya que la mayoría de los empleos automotrices del país depende de los motores de combustión interna, según Clemens Fuest, presidente del Instituto Ifo, con sede en Múnich. La dependencia de Alemania en la industria automotriz fue evidente en el tercer trimestre, cuando una caída en las entregas, causada por los nuevos procedimientos de prueba de emisiones, derivó en una contracción en la economía más grande de Europa. Si bien se espera que el cuello de botella se alivie en los próximos meses, existen riesgos a largo plazo, señaló Fuest en una entrevista con Francine Lacqua de Bloomberg TV.
"La mayoría de los empleos que tenemos en la industria automotriz alemana se relaciona con el motor de combustión interna. Si esto deja de ser así, sería un gran problema para toda la economía local", indicó. Fabricantes de automóviles de Alemania se han visto particularmente afectados por la caída del diésel tras el escándalo de fraude de Volkswagen AG. Debido a que la mayor parte de las ganancias de Audi, BMW y Mercedes-Benz proviene de modelos grandes y potentes, los motores diésel -que ofrecen más potencia y una mejor eficiencia de combustible que los motores de gasolina comparables- representan una manera rentable de cumplir con los requisitos ambientales más estrictos.
Sin embargo, la disminución de la demanda de esta tecnología ha generado una carrera por desarrollar automóviles eléctricos. A su vez, esto podría perjudicar a los proveedores alemanes de transmisiones y otros componentes del motor que no son necesarios en los vehículos que funcionan con baterías. Más allá del estallido de la economía en el tercer trimestre, "el mayor problema está en todo el debate sobre la crisis del diésel, todo el debate sobre la electromovilidad", dijo Fuest. "Tal vez las interrogantes no están puestas en las grandes empresas automotrices de Alemania, sino en los empleos en Alemania”.