Se prevé que la economía de Argentina se contraiga más del 3% este año, y su tasa de inflación se encuentra en un máximo de tres décadas en el 114%. Sin embargo, su índice bursátil S&P Merval es el “Messi” de los mercados, es decir que tiene el mejor desempeño del mundo, con un aumento de casi un 50% este año en términos de dólares.
La razón de tal optimismo de los inversores es clara: uno de los frecuentes giros ideológicos de Argentina es inminente. Si bien pueden pasar muchas cosas de aquí a las elecciones presidenciales de octubre, es probable que el próximo Gobierno argentino sea más favorable a las empresas que la coalición de izquierda peronista que ha gobernado el país durante cuatro años caóticos.
Es una apuesta segura, particularmente dados algunos precios de activos extremadamente bajos. Pero el camino para estabilizar la segunda economía más grande de Sudamérica no será fácil.
El optimismo por Sergio Massa solo ofrece un breve respiro
Comencemos con los candidatos: la elección del bloque peronista en torno al ministro de Economía, Sergio Massa, como su candidato presidencial, ayudó a impulsar los precios de los activos del país el lunes.
Massa no mejoró mucho la economía de Argentina durante su mandato de casi un año; de hecho, la inflación se aceleró, las reservas internacionales continuaron a la baja y los controles monetarios bizantinos se expandieron. Aun así, es percibido como una opción más favorable a los negocios que el grupo abiertamente hostil a los mismos liderado por la actual poderosa e influyente vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Las campañas previas a las primarias ya iniciaron y la oposición de centroderecha Juntos por el Cambio ya lidera las primeras encuestas, aunque todavía tiene que elegir a su candidato presidencial. La coalición Massa-Kirchner ocupa el segundo lugar, seguida por el grupo libertario liderado por Javier Milei, quien sacudió la contienda inicialmente pero parece haber perdido impulso recientemente.
En el contexto económico y político actual, señalan los economistas de JPMorgan Chase & Co. Diego Pereira y Lucila Barbeito, será difícil para los peronistas retener el poder.
A pesar de toda esta incertidumbre, hay razones para ser optimistas sobre las perspectivas económicas de Argentina. El país debería haberse recuperado para 2024 de la dañina sequía que ha reducido su cosecha y sus exportaciones este año. Y el próximo presidente se beneficiará de dos de los pocos éxitos políticos del actual presidente, Alberto Fernández: un aumento en la producción de hidrocarburos (lo que reduce la necesidad de subsidios energéticos del Gobierno) y un auge de la minería, particularmente del litio. Un mejor contexto regional, con tasas de interés más bajas y una economía en crecimiento en Brasil, el principal socio comercial de Argentina, también ayudará.
Al mismo tiempo, los detalles de la política económica serán importantes. Y, como bien saben los argentinos, las cosas siempre pueden empeorar.
He argumentado que los problemas económicos de Argentina no están predestinados por los dioses, sino que se deben simplemente a negligencia política, que se deriva de luchas políticas internas. El próximo Gobierno deberá introducir racionalidad y restaurar los mecanismos de mercado, incluida una devaluación del peso atrasada. Juntos por el Cambio se divide entre los que favorecen la terapia de choque (representados por la exministra de Seguridad Patricia Bullrich) y los que apoyan un enfoque más consensuado (encabezado por el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta).
Qué se definirá en las PASO
Al igual que en 2019, las elecciones primarias del 13 de agosto mostrarán cómo se están alineando las fuerzas políticas, incluso si son Bullrich o Rodríguez Larreta quienes encabezan la coalición Juntos y, por lo tanto, cuán sostenible es el repunte actual del mercado.
Sin embargo, una cosa es segura: para cambiar el statu quo, el próximo Gobierno deberá gastar algo de capital político y tener la habilidad y la voluntad de negociar con la oposición. Como aprendió el Gobierno de Mauricio Macri en 2015, la reforma económica aumenta el riesgo de conflictividad social.
La economía de Argentina parece estar mejorando, y los inversores están animados por el surgimiento de la candidatura de Massa. Pero es casi seguro que Kirchner retendrá influencia en el Congreso y en Buenos Aires, la provincia más grande del país. Es demasiado pronto para decir que Argentina ya salió de apuros.
LM