El sorpresivo arresto de Meng Wanzhou, la directora financiera de Huawei Technologies Co., ha lanzado a la compañía a una tormenta política y profundizado una gran amenaza: que más y más países rechacen sus switches, routers y teléfonos debido a un creciente temor a que espías extranjeros puedan secuestrarlos.
Pero en el interior de la sede de Shenzhen de Huawei, un reservado grupo de ingenieros trabaja, indiferente a esos riesgos, en inteligencia artificial, computación de nube y tecnología de chips, algo crucial para las prioridades nacionales de China y para el futuro de Huawei. En tanto la guerra comercial persiste, el gobierno chino ha impulsado la creación de una industria menos dependiente del software y los semiconductores de los Estados Unidos.
Lejos de desacelerar esas ambiciones, la detención de Meng apresurará la caída de esa “cortina de silicio”, cuando EE.UU. y China ya no se proporcionen chips mutuamente, escribió en un reciente informe Gus Richard, un analista de Northland Capital Markets. “Huawei es el emblema del ascenso del poder industrial de China, agregó.
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Si bien una corte canadiense otorgó la fianza a Meng, debe permanecer en la zona de Vancouver mientras espera una posible extradición a EE.UU. por acusaciones de fraude.
La compañía invierte enormes recursos en nueva tecnología y busca replicar el éxito que ha tenido en otras áreas. En los últimos 10 años, la firma de capital cerrado se ha convertido en un gigante en equipamiento de telecomunicaciones y redes, y en la actualidad sólo está por debajo de Cisco Systems Inc., que tiene sede en San Jose, California.
Luego Huawei ingresó al mercado de teléfonos inteligentes y sorprendió a la mayor parte de los observadores al superar este año a Apple Inc. en participación de mercado. En el trimestre de septiembre, la compañía china tenía el 15 por ciento de las exportaciones del mundo, sólo por detrás de Samsung Electronics Co., según datos de IDC. Apenas dos años antes tenía alrededor del 9 por ciento del mercado.
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La idoneidad técnica de Huawei, sumada a sus relaciones con grandes compañías chinas y con el gobierno, podrían permitirle dar otra sorpresa en lo que muchos consideran la columna vertebral de la tecnología futura.
Esas ambiciones coinciden con los objetivos del gobierno. El presidente Xi Jinping quiere que China sea líder autosuficiente en semiconductores, y Huawei demuestra que puede hacerlo. China quiere tener un impacto global, y Huawei lo tiene. Xi quiere que China se desplace de la manufactura básica a industrias más lucrativas para que el país obtenga los beneficios, y Huawei también lo hace.
En los meses anteriores al arresto de la directora financiera, funcionarios estadounidenses habrían pedido a sus pares de Alemania y varios otros países europeos que abandonaran el equipamiento de Huawei para redes 5G por motivos de seguridad. Un representante de Deutsche Telekom declinó hacer comentarios.
En una declaración, un vocero de Huawei dijo que la compañía opera en más de 170 países y criticó el presunto pedido de los funcionarios de EE.UU. “Si la conducta de un gobierno va más allá de su jurisdicción, no debe alentarse esa actividad”, dijo el vocero.
Siow Meng Soh, gerente de análisis de GlobalData Plc, sugirió que Huawei debería volcarse a mercados más receptivos en Latinoamérica y África, sobre todo después del arresto de Meng Wanzhou en Canadá. “Aún tiene mucho margen para crecer”, dijo. “A menos que EE.UU. consiga que sus aliados dejen de comprarle”.