Desde que el presidente chino, Xi Jinping, marcó el inicio de la primera Conferencia Mundial de Internet en 2014, estuvo destinada a abrir paso a una nueva era de apertura digital y proyectar a China como campeón de la cibergobernanza mundial.
El cerebro del foro, el entonces zar del ciberespacio Lu Wei, comenzó con sus tenaces intentos de atraer a los gigantes de la tecnología de Estados Unidos, llevando delegaciones de los más brillantes de la industria china por todo Silicon Valley. En 2017, el máximo ejecutivo de Apple Inc., Tim Cook, y su contraparte de Google, de Alphabet Inc., Sundar Pichai, encabezaron el evento en la ciudad de Wuzhen.
Esas promesas ahora están empezando a estancarse. La internet de China está más censurada que nunca, los intentos de Silicon Valley de ingresar al mercado chino siguen obstaculizados, y Lu se consume en la cárcel, a la espera de un juicio por acusaciones de corrupción.
El foro de este año se inició en Wuzhen el miércoles, dos días después de que Xi hiciera un discurso de apertura en su nueva conferencia favorita, la China International Import Expo realizada en Shanghái.
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Los delegados viajaron pese a la llovizna de Wuzhen solo para escuchar a un subordinado –un miembro del poderoso Politburó del país– emitir las declaraciones de Xi en su nombre, y repetir las exhortaciones de años pasados.
Quedó en manos del líder de facto del evento, Ma Huateng, de Tencent Holdings Ltd., abogar por la visión de China: defender el derecho del país a influir en la dirección de internet a medida que expande su papel como una verdadera potencia tecnológica.
Xi no fue el único líder que se mantuvo al margen este año. El tradicional protagonista Jack Ma, presidente de Alibaba Group Holding Ltd. y el hombre más rico de China, fue un gran ausente del programa del día.
En medio de una guerra comercial entre EE.UU. y China, los gigantes estadounidenses de tecnología –a quienes ya no intentan atraer con la asiduidad de la era de Lu y que lidian con sus propios problemas– estuvieron en gran medida ausentes. Mientras que el año pasado Google envió a su CEO, el gigante de la búsqueda estuvo representado por el jefe regional Karim Temsamani quien señaló que no hablaría.
Si bien Pekín aún anhela un rol en cuanto a dictar la dirección de la industria tecnológica global, muchos de sus pioneros, incluido Ma, de Tencent, tienen dificultades con la imprevisibilidad del control cada vez más estricto de Xi.
La conferencia de este año parece haber sido un revés en la ambición original del gobierno
Entre las víctimas más visibles del control cada vez más intenso de Pekín se encuentra Tencent, firma que en varios meses no ha recibido autorización para un juego que genere dinero, y que ha perdido más de US$200.000 millones de valor de mercado desde que el gobierno lanzó este año una campaña contra la adicción y la miopía entre los niños.
La conferencia de este año parece haber sido un revés en la ambición original del gobierno: fomentar una agrupación de mentes tecnológicas globales similar a Davos.
No se publicó una lista de invitados esperados en su sitio web cuando comenzó la ceremonia de inauguración, a diferencia de años anteriores. La figura gubernamental de más alto perfil que se vio el miércoles fue el ex primer ministro paquistaní Shaukat Aziz. El personal superó en número a los delegados y medios de comunicación.
Eso no quiere decir que Silicon Valley no esté investigando con cuidado maneras de llegar al escenario más grande del mundo para internet y dispositivos móviles, como es el ejemplo de Google y su censurado experimento de búsqueda Dragonfly. Facebook sigue sondeando, pero se está comenzando a percibir cierto grado de cansancio.