Japón y Corea del Sur dicen estar dispuestos a reunirse para hablar sobre las restricciones de Tokio a las exportaciones vitales a su vecino, pero ninguno tiene suficientes incentivos políticos para salir de su peor disputa en décadas.
Décadas de desconfianza dificultan que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, logren salir de la disputa comercial en la que se encuentran. Una serie de fechas límite inminentes, que incluyen una elección de la Cámara Alta japonesa el 21 de julio, solo aumentan la presión política sobre ambos mandatarios, que no pueden permitirse parecer débiles ante los desacuerdos arraigados en la ocupación de la península coreana entre 1910 y 1945 por parte de Japón.
El miércoles, Moon, quien fue elegido en 2017 con la promesa de reconsiderar las medidas de su predecesor para aliviar las disputas históricas con Japón, advirtió a los líderes empresariales en Seúl sobre una pelea "prolongada". En un debate electoral la semana pasada, Abe acusó a Corea del Sur de incumplir sus promesas.
"Los líderes de ambos lados son incompatibles con cualquier tipo de acercamiento político", dijo Jonathan Berkshire Miller, miembro principal del Instituto de Asuntos Internacionales de Japón en Tokio, especializado en temas de seguridad en el noreste de Asia. "Aquí la percepción de Moon es negativa y Abe es obviamente persona no grata en Corea del Sur".
El problema pasó de ser una disputa diplomática regional a una preocupación comercial global la semana pasada, luego de que el gobierno de Abe decidió frenar la exportación de materiales especiales vitales para el sector tecnológico de Corea del Sur.
Las restricciones le dan a Japón un mecanismo para ralentizar la producción de fabricantes de chips como Samsung Electronics Co. y SK Hynix, exprimir la economía de Corea del Sur e interrumpir las cadenas de suministro dependiendo de sus chips de memoria y componentes. Si no se controla, los analistas han advertido sobre una guerra económica abierta entre los dos aliados clave de Estados Unidos, algo que han evitado desde que Japón se retiró de la península.
Japón también está considerando retirar a Corea del Sur de una lista de mercados de exportación confiables, una medida que podría afectar a una franja más amplia de productos. Moon no puede permitirse más traspiés en el frente económico después de recibir un golpe a principios de este año cuando el producto interno bruto de Corea del Sur en el primer trimestre se redujo al peor nivel en una década.
Pero el camino hacia el compromiso es cada vez más complicado. Corea del Sur resistió durante semanas a las demandas de Japón de un arbitraje en un tercer país para resolver los problemas del trabajo forzoso, argumentando que los trabajadores conscriptos tienen el derecho de presentar sus reclamos ante los tribunales.
Entretanto, Abe dice que las restricciones a la exportación se derivan de las preocupaciones ante el control de Corea del Sur sobre los materiales sensibles y que no están relacionadas con la disputa por trabajo forzoso, lo que hace que cualquier negociación se realizaría por separado. El ministro de Economía japonés, Hiroshige Seko, dijo el martes que estaba abierto a una solicitud de Corea del Sur para reunirse y discutir las restricciones, pero destacó que el gobierno solo explicaría su posición y no negociaría.
Las especulaciones de que los materiales podrían haber caído en manos de Corea del Norte, donde podrían ser usados para fabricar armas, agregaron leña al fuego. Moon, sensible a cualquier sugerencia de que no está defendiendo el bloqueo económico liderado por EE.UU. en Pyongyang, rechazó la idea tildándola de "infundada".
"Es imperativo que tanto los países como las personas se calmen tras los acalorados intercambios de respuestas emocionales y consideren sus vínculos importantes desde una perspectiva mucho más amplia", dijo Kak-Soo Shin, quien se desempeñó como embajador de Corea del Sur en Japón de 2011 a 2013.
Shin pidió a EE.UU. ejercer "una influencia sutil sobre sus dos importantes aliados en el noreste de Asia", instando a Seúl a que sugiera una solución al conflicto de trabajo forzoso y a Tokio a abstenerse de implementar las medidas de exportación.
El gobierno de Trump, que hasta ahora dijo poco públicamente sobre la disputa, podría tener la oportunidad de participar cuando el nuevo subsecretario de Estado adjunto de EE.UU. para los asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, David Stilwell, llegue el jueves a Tokio.