El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está ofreciendo una forma de pago poco ortodoxa a los acreedores de Wall Street como parte de un intento para lograr que Donald Trump revierta su política sobre el país latinoaméricano. Muchos han considerado que a Maduro le queda poco en el poder después de que Estados Unidos respaldase a su rival político y asfixiase su Gobierno con sanciones.
En semanas recientes, varios financieros estadounidenses se han reunido en Caracas con altos funcionarios del Gobierno, entre ellos Maduro, según cinco personas familiarizadas con el asunto, y hablaron de un plan complejo para unir a acreedores, titulares de bonos por más de US$60.000 millones en mora, con una compañía de perforación extranjera a la que se le otorgarían los derechos de algunos de los campos petroleros más ricos del país. Parte del dinero podría destinarse a ayuda humanitaria para venezolanos en crisis.
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Los abogados que trabajan para Maduro acordaron una llamada el martes pasado con los tenedores de bonos para debatir la propuesta tras una reunión a finales de octubre en Caracas, según las fuentes. El plan es ofrecer miles de millones de barriles de petróleo para pagar a estos acreedores, un grupo que incluye algunos de los nombres más importantes en las finanzas de Estados Unidos: Goldman Sachs, Pimco y T Rowe Price.
Estados Unidos prohíbe los negocios con altos funcionarios venezolanos y entidades gubernamentales y un alto cargo dice que rechaza el plan de petróleo por deuda. “El acuerdo expondría a los involucrados a las sanciones de Estados Unidos”, dijo por correo electrónico Elliott Abrams, representante especial del Departamento de Estado para Venezuela.
¿Cambio en camino?
Esta postura pública hace que cualquier acuerdo sea inverosímil, pero los abogados y grupos de presión que han estado negociando el acuerdo sospechan que podría haber un cambio ya que el intento del líder de la oposición, Juan Guaidó, de derrocar a Maduro pierde impulso y la Administración Trump busca alternativas. Varios dicen que obtuvieron permiso del Gobierno para sus reuniones en Caracas.
Venezuela: por qué sigue Maduro
El mes pasado, el magnate estadounidense del sector de la seguridad, Erik Prince, donante de Trump y hermano de la secretaria de Educación, Betsy DeVos, se reunió con la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, para proponer su propio acuerdo comercial, un cambio radical frente a la postura a principios de año para derrocar el régimen. Prince informó a los cargos estadounidenses sobre su viaje tanto antes como después del desplazamiento.
Estos viajes se produjeron después de que Trump despidiera al asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, un oponente manifiesto a las exenciones de empresas estadounidenses que operan en Venezuela, en septiembre.
Para Maduro, tener que proponer un acuerdo de petróleo a cambio de deuda a los estadounidenses es un duro trago. El presidente y su mentor socialista, el difunto Hugo Chávez, arremetieron durante años contra los males del capitalismo estadounidense. Asimismo, durante mucho tiempo se ha considerado al petróleo de Venezuela la joya de la corona del país y un recurso tan valioso que la Constitución establece restricciones estrictas a la participación extranjera en la industria. La disposición de Maduro a considerar una propuesta de este tipo subraya lo dolorosas que han sido las sanciones y lo desesperado que está por aliviarlas.
Su intento de reparar las relaciones con Washington se produce mientras Guaidó, reconocido como jefe de Estado por Estados Unidos y otros 50 países, enfrenta un mayor escrutinio. El 5 de enero, la Asamblea Nacional votará si Guaidó sigue siendo su presidente. Su índice de aprobación cayó a un mínimo récord del 38,9% el mes pasado, según la última encuesta realizada por Datanalisis, de Caracas. A los funcionarios estadounidenses les preocupa que Guaidó pueda perder su puesto.
Crisis de refugiados
Rusia es uno de los principales países que respaldan a Maduro, y la disputa de la Administración Trump con Caracas es ideológica y geopolítica. Pero una crisis prolongada de Venezuela puede representar un peligro regional más amplio para los intereses de Estados Unidos. Aliados, como Colombia y Brasil, se enfrentan a graves tensiones mientras cientos de miles de refugiados venezolanos cruzan sus fronteras. Parece que cierta forma de estabilidad con el régimen de Maduro podría ser preferible en última instancia.
Sin la aprobación del Departamento del Tesoro, sería difícil para el Gobierno venezolano hacer pagos a los tenedores de bonos, y mucho menos llegar a un acuerdo con una importante compañía petrolera. Chevron Corp. es una de las pocas empresas estadounidenses con una exención para operar en Venezuela.
El Tesoro respondió a una solicitud de comentarios haciendo referencia a las regulaciones que prohíben los negocios con el Gobierno venezolano. El Gobierno de Maduro dijo que no tenía comentarios. Los representantes de Goldman, Pimco y T Rowe Price también declinaron hacer comentarios.
Durante años, Maduro y Chávez contradijeron el pesimismo de Wall Street al continuar pagando la deuda del país. Eso convirtió a los bonos venezolanos en una de las operaciones más rentables de los mercados emergentes. Pero después de años de mala gestión económica que derivó en un colapso de la producción de petróleo, Maduro finalmente se vio obligado a hacer un llamamiento para la reestructuración de la deuda en noviembre de 2017.
Uno a uno, el Gobierno suspendió los pagos de los bonos pero no se hicieron esfuerzos significativos para llevar a cabo la reestructuración.
La mayor parte de la deuda ahora se negocia a unos 10 centavos por dólar. No queda claro de inmediato cuánto dinero podrían recuperar los acreedores según el acuerdo propuesto.