Los ultra ricos del mundo están acostumbrados a toques personalizados en la vida, desde trajes hasta consejos financieros a la medida. ¿Qué sucede cuando se aplica ese enfoque a las propiedades y se lleva al extremo?
El empresario de Hong Kong y exbanquero de JPMorgan Chase Loewe Lee tiene la respuesta en un grupo de casas enclavadas en un terreno con vista al Mar de China Meridional. Se trata de bienes raíces de primera, pero el atractivo no termina allí.
Cinco de las siete casas han sido cuidadosamente acondicionadas con todo lo que un multimillonario moderno podría desear. Alfombras persas cubren los pisos y los gabinetes de cocina están llenos de cristal tallado y cubiertos Christofle. Hay obras de arte en las paredes y mesas de café dispuestas de la misma manera. Todo lo que los interesados deben hacer es traer una valija y US$75 millones.
"Apuntamos a personas sofisticadas que viajan mucho y que pudieron haber pasado por el proceso de crear un hogar muchas veces", explicó Lee, de 39 años, la cuarta generación de una familia que hizo su fortuna a través de los relojes. "Nos dicen que es una pesadilla".
Hong Kong, el mercado inmobiliario menos asequible del mundo y principal centro financiero de Asia, debería tener muchas de ellas. Sin embargo, es un método poco ortodoxo de vender casas de ultra lujo, particularmente si se piensa que los compradores que pueden gastar dicha cantidad de dinero también pueden contratar diseñadores de interiores y consultores de estilo.
La atención a los detalles es un punto que marca la diferencia
Lee, director general de National Electronics Holdings, que cotiza en Hong Kong, cuya rama de propiedades se asoció con BPEA Real Estate para el proyecto, dice que la atención a los detalles es un punto que marca la diferencia.
Vestido con un elegante traje de tres piezas, Lee destaca características de diseño que podrían no ser percibidas por los ojos no entrenados, desde los patrones en las losas seleccionadas a mano de mármol de Carrara hasta la bandeja de cuero desplegable en el vestidor que facilita la prueba de accesorios al vestirse. El lugar también cuenta con jardines, un amplio aparcamiento y cada casa tiene su propia pileta infinita.
Dos de las casas fueron diseñadas por el dúo parisino Gilles & Boissier, cuyos proyectos han incluido el Hotel Baccarat de Nueva York y el Mandarin Oriental en Marrakech. Son geniales y contemporáneas, con una paleta de colores apagados y acabados sobrios. Más ornamentadas son otras dos del arquitecto Joseph Fung. Rociadas generosamente con oro y rojo, su estilo barroco debería atraer compradores de China continental.
La pobreza no cede en medio de las riquezas de Hong Kong
La quinta, que aún no ha sido revelada a posibles compradores, la diseñó Michele Bonan, cuya obra descubrió Lee al hospedarse en el Hotel Portrait Suites en Roma. A Lee le gustó tanto el diseñador italiano que le encargó diseñar el interior de su superyate Benetti.
La iniciativa de siete casas (dos se venderán sin amueblar) es el primer proyecto inmobiliario que Lee ha supervisado de principio a fin, siguiendo los pasos de su padre, Jimmy Lee, que pasó de la fabricación de relojes a las casas de lujo a principios de los años noventa.
Estas villas se debieran vender en cerca de HK$606 millones (US$77 millones), según Alan Man, corredor de Engel & Volkers. Están ubicadas en un área de Hong Kong conocida como Tai Tam, a unos 30 minutos en automóvil del distrito comercial central.
"Hay un oferta limitada y el último proyecto en esa área fue en 1996", señaló. Los Lee "tienen una marca y la gente conoce su calidad y reputación".