Kazuma Ieiri fue víctima de bullying en la escuela, no tenía dinero para ir a la universidad y pasó años encerrado en su cuarto. Más de dos décadas después, quiere cotizar su startup en la bolsa a una valoración de más de US$1.000 millones.
Campfire Inc., que ayuda a individuos y grupos pequeños a recaudar fondos en línea, busca una Oferta Pública Inicial (OPI) este año con una valoración de hasta 200.000 millones de yenes (US$1.800 millones), dijo Ieiri en una entrevista. Es una OPI esperada desde hace mucho tiempo para el popular operador de crowdfunding, la mayor empresa de este tipo en Japón.
Ieiri, de 42 años, forma parte del creciente número de directores ejecutivos que se desviaron del camino típico hacia el éxito en Japón, pero que ahora hacen fortuna en el ámbito de las startups tecnológicas. Campfire, la tercera empresa fundada por el monje budista y antiguo candidato a gobernador de Tokio, ha financiado más de 50.000 proyectos desde su fundación en 2011.
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Es un giro impresionante para un hombre que aprendió a codificar en su habitación durante los años que pasó recluido allí cuando era adolescente y sufría de problemas de ansiedad.
“Me salvó el internet”, dijo Ieiri en la sede de la empresa en Tokio. “Pude hacer que mi voz se escuchara a través de él”.
La pandemia aumentó la demanda de sitios como Campfire, ya que cafés, restaurantes y pequeñas empresas que enfrentaban una recesión de clientes accedieron a la plataforma para complementar los ingresos. Personas que perdieron su empleo también aprovecharon el sitio para avanzar en nuevos emprendimientos. El volumen bruto de mercancías de la compañía se triplicó con creces en 2020 con respecto al año anterior a 20.000 millones de yenes (US$180 millones), según Campfire.
Ieiri también ayudó a montar Base Inc., el operador de la plataforma de comercio electrónico fundado por uno de sus antiguos pasantes. Base se hizo pública justo antes de que comenzara la pandemia, y desde entonces sus acciones han subido más del 500%.
El éxito de Ieiri en la creación de empresas (es el principal accionista de Campfire y tiene una participación en Base) significa que sus días de pobreza quedaron atrás, pero el emprendedor dice que no está en esto por el dinero. Dice que crecer en la pobreza moldeó su deseo de ayudar a otros con necesidades económicas.