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PANDEMIA DE CORONAVIRUS

Melinda Gates: "Las mujeres son la clave para construir un mundo pospandemia más fuerte"

Quienes formulan las políticas no siempre consideran que las crisis económicas impactan a mujeres y hombres de manera distinta, o, ante esto, cómo tendrían que responder los Gobiernos. Cuando la recesión 2008 golpeó, pocos se cuestionaron si las medidas de estímulo afectarían de manera distinta a las mujeres de los hombres.

Melinda French Gates 20210218
Melinda French Gates | Bloomberg

Quienes formulan las políticas no siempre consideran que las crisis económicas impactan a mujeres y hombres de manera distinta, o, ante esto, cómo tendrían que responder los Gobiernos. Cuando la recesión 2008 golpeó, pocos se cuestionaron si las medidas de estímulo afectarían de manera distinta a las mujeres de los hombres.

Utilizar ese mismo enfoque no funcionará para la crisis del covid-19. Al tiempo que los líderes enfrenten el enorme desafío de reconstruir sus economías pospandémicas, deberán poner a las mujeres en el centro de sus estrategias.

En muchos países, las mujeres han sido las más afectadas por los confinamientos causados por el covid-19. En Latinoamérica, por ejemplo, en los primeros días de la pandemia, las mujeres estaban 50% más en riesgo de perder su trabajo que los hombres.

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Las mujeres tienden a trabajar en sectores vulnerables como el comercio minorista, los restaurantes y la hostelería. Muchas de ellas también tienen empleos informales, desde vender mercancías en las calles hasta coser en casa, que carecen de protecciones como licencia pagada por enfermedad o seguro de desempleo. Cuando esos trabajos desaparecieron, las mujeres no tenían una red de seguridad social en la que pudieran apoyarse.

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Además, las mujeres podrían tener un impacto enorme en la recuperación económica, especialmente en los países de ingresos medianos y bajos. Por ejemplo, una investigación del Banco Mundial muestra que si Nigeria redujera la desigualdad de género, su PIB podría ser hasta un 25% mayor.

¿Qué pueden hacer los Gobiernos ante esto? Al menos tres cosas.

La primera, los países podrían acelerar la digitalización de los sistemas gubernamentales de identificación, las plataformas de pago y otros servicios críticos, en asociación con el sector privado. A menudo, las mujeres económicamente marginadas son invisibles para sus Gobiernos, por lo que es menos probable que tengan una identificación formal, posean un teléfono móvil o aparezcan en un registro social.

Si bien más de 200 países han desarrollado medidas de protección social en respuesta al covid-19, otros han tenido problemas para identificar y entregar ayuda a los trabajadores informales, lo que significa que muchas mujeres siguen siendo ignoradas.

Contar con sistemas digitales avanzados podría ayudar a identificar a las mujeres en necesidad para que puedan recibir dinero en efectivo de forma rápida y segura. Las transferencias directas de efectivo destinadas a las mujeres en países como Indonesia, Nigeria y Zambia ya han ofrecido a millones de mujeres un acceso más seguro a los fondos y un mayor control sobre estos.

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La experiencia de India destaca los beneficios de hacerlo bien. El año pasado, el Gobierno logró transferir rápidamente los pagos de ayuda por pandemia a más de 200 millones de mujeres en necesidad porque ya tenía datos desglosados ​​por sexo y una infraestructura digital, además de que estas mujeres ya tenían sus propias cuentas bancarias. Los Gobiernos pueden garantizar que las oportunidades económicas se compartan de manera equitativa ampliando el acceso a internet, aumentando la conectividad móvil y desarrollando habilidades digitales.

Segunda, los Gobiernos pueden eliminar las barreras y fomentar la plena inclusión de las mujeres en la economía, ya sea como empresarias o empleadas. En las economías afectadas por la imposición de confinamientos más estrictos, las empresas propiedad de mujeres tenían 10 puntos porcentuales más de probabilidad de cerrar que las de los hombres. Eso no es sorprendente: la mayoría de las empresas propiedad de mujeres tienden a ser más pequeñas: empresas unipersonales o microempresas informales con menos de cinco empleados.

Cerrar las brechas de género en el espíritu empresarial ayudaría a reducir la pobreza, crear empleos y estimular el crecimiento y la innovación. Por lo tanto, los Gobiernos deberían enfocar las líneas de crédito y otras formas de financiación a las empresas propiedad de mujeres, impulsar la creación de plataformas de comercio electrónico para permitir que las empresarias accedan a los mercados y ayudar a las incubadoras de empresas a superar los sesgos a la hora de invertir en empresas de mujeres.

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Las que son empleadas también requieren múltiples formas de apoyo. En algunos países, esto podría significar hacer que el transporte público sea más seguro para las mujeres para que puedan ir al trabajo sin temor a sufrir acoso. En otros lugares, deben revisarse las leyes y reglamentos para prevenir la discriminación contra las mujeres en la fuerza laboral. Al final, todos los países se beneficiarían de políticas adecuadas de licencia familiar y de cuidados infantiles de calidad respaldados por los sectores público y privado.

Por último, los Gobiernos deben comprometerse a garantizar una educación sólida para las niñas al menos hasta la escuela secundaria. Incluso antes de la pandemia, el mundo se enfrentaba a una crisis de aprendizaje: más de la mitad de los niños de 10 años en las escuelas de países de ingresos bajos y medianos no sabían leer ni comprender un texto básico.

La pandemia ha empeorado las cosas. A nivel mundial, más de 800 millones de estudiantes siguen sin ir a la escuela y muchos estudiantes de bajos recursos, especialmente en las zonas rurales, no tienen acceso al aprendizaje a distancia. En África subsahariana, hasta 45% de los niños se mantienen completamente desconectados por el cierre de las escuelas.

Las niñas enfrentan desafíos adicionales para el aprendizaje a distancia. Por ejemplo, en los hogares donde solo hay un teléfono, es probable que lo utilicen niños en lugar de niñas, mientras que una mayor carga de trabajo doméstico impide que las niñas puedan seguir con su educación.

La educación es clave para las futuras oportunidades de empleo y la capacidad de las mujeres de tener poder e influencia en sus propias vidas.

A medida que los estudiantes regresen a la escuela, los países tendrán que asegurarse de que tanto las niñas como los niños vuelvan a participar en el proceso de aprendizaje. Eso requerirá invertir en esquemas híbridos que combinen el aprendizaje a distancia y en persona, al tiempo que se enfocan en las habilidades fundamentales y socioemocionales que ayudarán a que los niños se pongan al día.

Es cierto que la mayoría de estas medidas requerirán una inversión importante, en un momento en que el aumento de la deuda plantea una gran preocupación. Pero la mejor manera de pagar esa deuda es logrando que las economías crezcan más rápido y evitando que más familias caigan en la pobreza.

Con las políticas adecuadas, los países podrán reconstruirse de manera más sólida e inclusiva. A medida que las naciones responden al mayor desafío de nuestra generación, estas deberían ver a las mujeres como la clave para construir un mundo pospandemia más fuerte.