El gobierno de Italia sobrevivió en 2018 al aprobar su presupuesto a última hora, pero no sería sorpresivo si en 2019 la alianza populista se derrumba y hay elecciones anticipadas.
Está por comenzar un año en el que los vicepresidentes Matteo Salvini y Luigi Di Maio, las verdaderas fuerzas detrás del gobierno, lucharán por la supremacía mientras buscan ver cómo pueden cumplir las promesas de una menor edad de jubilación y beneficios de asistencia social luego de recortar los fondos reservados para estos compromisos.
Son una pareja extraña. El partido anti-inmigración de Salvini es el más fuerte en el norte y el movimiento anti-establishment 5 Estrellas de Di Maio tiene una base electoral en el sur.
Un presagio de lo que viene es el avance de Salvini encuestas de opinión. En un contexto económico implacable, de 45 años y más astuto políticamente, se ha adelantado a su compañero de 32 años, que cuenta con más escaños pero cuya falta de experiencia se está notando.
La mayor interrogante es si Salvini buscará forzar el colapso del gobierno y aprovechar su popularidad. Italia promedia una elección por año desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el drama político es una manera de distraer a los votantes de una economía que apenas ha crecido o ha entrado en recesión por décadas.
Amigos y enemigos
"Salvini y Di Maio están juntos en el gobierno, pero competirán entre sí antes de las elecciones al Parlamento Europeo en mayo", comentó Giovanni Orsina, quien dirige la Escuela de Gobierno de la Universidad Luiss Guido Carli de Roma. "Si a Salvini le va realmente bien en la votación europea estará muy tentado de intentar forzar una elección general".
Varios funcionarios de alto nivel de la Liga presionan para que Salvini haga colapsar el gobierno, especialmente si al partido le va bien en la votación europea, e intente generar una elección rápida para tomar el cargo de primer ministro.
Salvini ya se ha presentado como el líder de las fuerzas que buscan la soberanía nacional, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y sus ideales paneuropeos como archienemigo.
En una entrevista con el diario Corriere della Sera publicada el lunes, Salvini afirmó que no ve ningún "peligro para el gobierno en los próximos meses".
La decisión de celebrar una votación anticipada en Italia recae en el presidente Sergio Mattarella, quien probablemente busque primero una alternativa a la administración que asumió el 1 de junio.
Gracias a la presión del primer ministro Giuseppe Conte y ministro de Economía y Finanzas, Giovanni Tria, además de los agitados mercados financieros, Salvini y Di Maio aseguraron una tregua con la Comisión Europea al reducir un presupuesto que Bruselas calificó inicialmente como una violación "sin precedentes" de las normas fiscales de la Unión Europea.
El mismo Tria aseguró el domingo que el presupuesto "ahuyenta concretamente cualquier atisbo de salida de Italia" de la UE, y "pone fin a la carrera del spread", la brecha de rendimiento a 10 años respecto a los bonos alemanes que es un barómetro del sentimiento económico.
Pero Bruselas, que tiene el poder de imponer multas a Roma, advirtió que continuará monitoreando el desempeño italiano.
"Seguiremos atentamente la ejecución del presupuesto", publicó en Twitter el comisionado económico de la UE, Pierre Moscovici. "Me gustaría repetir una vez más que el diálogo con la Comisión se centró solo en el respeto de nuestras normas, nunca en medidas individuales".
Aquello es inquietante, ya que los planes de gasto han avivado las preocupaciones de los inversionistas sobre la montaña de deuda de Italia, la más grande de la zona euro en términos reales, y a los economistas les inquieta que la economía pueda caer en recesión. Roma recortó su perspectiva sobre el producto interno bruto para el próximo año, de 1,5 por ciento a 1 por ciento.
En la entrevista con Corriere della Sera, Salvini agregó que espera que "este sea el último presupuesto aprobado tras largas y complicadas negociaciones con Bruselas".