Para un país al borde del hambre, Venezuela desperdicia una cantidad inquietante de alimentos.
De acuerdo con datos de productores y distribuidores, no se consumen aproximadamente 60.000 toneladas al mes, o el 13% del consumo nacional, principalmente debido a la escasez de combustible que impide a los agricultores recolectar y distribuir alimentos.
Alrededor del 21% de los alimentos producidos en los primeros seis meses del año no se comerán, según un estudio dirigido por la asociación de ingenieros agrícolas de Venezuela y la cámara de productores de alimentos. Si bien todavía está por debajo de los niveles en algunos países desarrollados, es una estadística alarmante, dado que el Grupo Internacional de Contacto dice que Venezuela está al borde de la hambruna.
“Cuando tenemos una emergencia humanitaria compleja, cada tonelada de comida determina si alguien puede comer”, dijo Saúl López, quien dirige la asociación de ingenieros agrícolas.
El régimen de Nicolás Maduro ha estado luchando contra la escasez de combustible desde marzo, cuando una combinación de mala administración en las refinerías y las sanciones estadounidenses redujeron la producción y las importaciones de gasolina a prácticamente cero. Si bien los envíos de Irán han reabastecido las estaciones de servicio, la escasez causó grandes interrupciones en una red de distribución de alimentos ya frágil.
El combustible todavía es demasiado escaso o demasiado costoso para que los agricultores recolecten y distribuyan adecuadamente sus productos, dijo López.
La situación amenaza con empeorar las cifras de desnutrición, ya que se estima que un tercio de la población padece inseguridad alimentaria y necesita atención por parte del Programa Mundial de Alimentos.
Otros desafíos, como los confinamientos que impiden que los agricultores lleguen a la capital y la falta de crédito para continuar produciendo, impiden que los alimentos lleguen a los supermercados.