Argentina estaría encaminada a una batalla de deuda aún más desagradable que la saga con los holdouts que comenzó en 2001 y duró 15 años, según Carmen Reinhart.
De hecho, la economista de la Universidad de Harvard dice que la nación sudamericana está comenzando de manera más débil que durante su drama por incumplimiento anterior. Su tasa de inflación es más alta, los precios de los productos básicos son más bajos y el volumen de la deuda es más complejo. En tanto, la nación parece estar excluida de los mercados de capitales una vez más. Esto implica que probablemente el Fondo Monetario Internacional no le ofrezca un nuevo financiamiento.
“Creo que están peor”, dijo Reinhart, quien fue subdirectora del Departamento de Investigación del FMI durante la crisis argentina de 2001. “En aquel entonces, tuvieron suerte con los productos básicos, los ingresos del gobierno y su capacidad para generar dólares. No creo que tengan tanta suerte esta vez”.
La administración del presidente Alberto Fernández, que asumió el cargo el martes, enfrenta una prueba temprana tras señalar que entablará conversaciones con los acreedores para retrasar los pagos de la deuda. El próximo mes, la Provincia de Buenos Aires, hogar del 40% de la población del país, deberá alrededor de US$571 millones en pagos a los tenedores de bonos. Reinhart dijo que el gobierno federal no está en condiciones de rescatar a la provincia y que solo es cuestión de tiempo antes de que el soberano no cumpla con su deuda externa.
Fernández se está haciendo cargo de una economía a punto de contraerse por tercer año. El desempleo ronda el 10% y la inflación anual supera el 50%. Los bonos en dólares de la nación con vencimiento en 2028 llegan apenas a 42 centavos de dólar mientras los inversores se preparan para un incumplimiento.
Según la estimación de Reinhart, los inversores deberían esperar la recuperación de no más del 50% de sus tenencias, un recorte mayor a las recientes reestructuraciones de deuda.
Una diferencia con el incumplimiento de 2001 es el uso de cláusulas de acción colectiva por parte de Argentina. En ese momento, los bonos del país no tenían ninguna norma que obligara a los inversores a aceptar un arreglo si una mayoría calificada de los acreedores estuviera de acuerdo. Esto creó la clase de los denominados holdouts, que no participaron cuando Argentina llegó a un acuerdo con los propietarios de aproximadamente el 93% de su deuda.
Aun así, Reinhart dijo que la variedad de bonos argentinos en circulación —desde el derecho local hasta el extranjero, y las notas vinculadas a la tasa de interés de referencia del país y al producto interno bruto— eleva la probabilidad de acreedores holdout.
“No parece que hayan aprendido nada de su última experiencia”, dijo Reinhart.