La inesperada dimisión de un multimillonario del sector tecnológico de India hundió más al país en la tormenta del #MeToo que viene propagándose por la comunidad de negocios estadounidense desde hace más de un año.
Walmart Inc. anunció el martes que el cofundador de Flipkart, Binny Bansal, abandonaba la compañía a raíz de una investigación independiente por acusaciones de agresión sexual. Pese a que Bansal niega haber cometido delito alguno y los investigadores no hallaron pruebas de agresión, el proceso reveló “errores de criterio” que perturbaron la conducción de la sociedad matriz.
Al comprar Flipkart, Walmart convirtió a Bansal en multimillonario y en un ícono nacional. Al forzar su renuncia, la compañía lo convirtió en un ejemplo del tipo de política corporativa de tolerancia cero que cabe esperar actualmente en los Estados Unidos, donde el movimiento #MeToo trajo aparejadas consecuencias para decenas de CEOs y altos directivos del mundo de la empresa y las finanzas.
Muchos fueron despedidos, dimitieron o se los desplazó. Se ha exigido a las compañías estadounidenses que articulen y, en muchos casos, refuercen sus políticas relativas al acoso sexual. Los inversores ya tienen en cuenta el riesgo de acoso sexual cuando asignan capital.
El movimiento #MeToo de India estalló este otoño (boreal) y aún está adquiriendo impulso. Un puñado de hombres destacados del espectáculo y el gobierno -ejecutivos de unidades locales de Dentsu Aegis y Fox Star Studios; un ministro, M.J. Akbar- debió afrontar consecuencias profesionales. Pero los dirigentes de empresa en gran medida no se habían visto afectados.
Que Walmart despidiera a Bansal es significativo, dijo Zoe Kinias, profesora de la escuela de negocios ISEAD de Singapur, porque envía una señal clara a los máximos ejecutivos del país: “Las acciones de este tipo tienen consecuencias”.
“No estoy segura de que las empresas globales manejen estas situaciones a la perfección pero tienen procesos establecidos”, agregó.
Muchos empleados de Flipkart y otros observadores consideraron confusa la actitud de Walmart. Bansal negó toda agresión sexual, y la investigación interna de la compañía estuvo de acuerdo. Pero los ejecutivos de Bentonville consideraron que la furiosa acusadora representaba un riesgo empresarial y quisieron saber por qué Bansal no lo había revelado. En Flipkart, esa información se habría considerado personal.
El choque de culturas es inevitable cuando una compañía adquiere a otra. Pero en un momento en que las multinacionales aspiran cada vez más a crecer en India -en muchos casos adquiriendo o comprando participaciones en compañías locales como lo hizo Walmart- esto puede ejercer una presión adicional para que el mundo empresarial indio fortalezca sus políticas y prácticas con respecto al acoso sexual, dentro y fuera de la oficina.
Numerosas empresas indias tendrán por delante una empinada curva de aprendizaje, dijo Kannan Ramaswamy, profesor de la Facultad de Gestión Global Thunderbird de la Universidad Estatal de Arizona, que se especializa en estrategia de gestión en India. “No tenemos mecanismos establecidos para erradicar este problema con la rapidez que es necesario hacerlo”, dijo. “No hay una conciencia, no hay una estructura legal de apoyo y se lucha contra el peso de la tradición y la cultura”.